Thursday, February 7, 2013

SOLO UN PARTIDO DOMINICANO MARXISTA-LENINISTA GRANDE Y FUERTE PUEDE LLEVAR A LA CLASE OBRERA DOMINICANA AL PODER, Y DIRIGIR EL PROCESO REVOLUCIONARIO EN NUESTRO PAIS



texto publicado por el Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE) en enero de 2011

tomado del blog Andalucía Proletaria en 2013

Fuente: blog de Euskal Herria Sozialista 

La historia del desarrollo de la sociedad recoge con acierto el rol que juegan las masas en los cambios y transformaciones. El partido del proletariado no puede dejar de lado esta realidad si quiere llevar adelante un proceso revolucionario victorioso. Por ello, el Partido Comunista Marxista-Leninista de Ecuador (PCMLE) plantea trabajar por desarrollar y mejorar una estrecha vinculación con las masas.

Si bien los sectores populares han alcanzado un importante nivel de conciencia, en donde la unidad y la necesidad de organizarse es una prioridad, es preciso indicar que esto no es suficiente para luchar por la transformación radical de la sociedad y derrotar definitivamente a los explotadores. La conciencia de los trabajadores y los pueblos debe dar un salto cualitativo para desarrollarse en conciencia política; en conciencia socialista. Esto no ocurre por sí solo, el Partido Comunista, marxista-leninista, tiene la responsabilidad de trabajar para ello. Lenin, en su libro "¿Qué Hacer?" señala que ni siquiera el proletariado, que es la clase más avanzada, es capaz, por sí sola, de adquirir conciencia de su rol histórico. Ésta es dada desde fuera, por la acción política del Partido de la clase obrera, señala.

Entendiendo que la revolución es tarea de las masas y que el Partido del proletariado tiene la responsabilidad histórica de dirigirla, es imprescindible asumir adecuadamente la responsabilidad de construir el Partido y acumular fuerzas para la revolución, lo que será posible si se aplica adecuadamente la línea política de masas trazada, cuyo eje principal es la relación Partido-Masas. Ésta permite que los comunistas se involucren fácilmente en el movimiento social, organices el combate reivindicativo y político, asuman la dirección y el liderazgo en las acciones de lucha, y a la par, se desarrolle la conciencia política de las masas.

Este estrecho contacto crece cuando los comunistas que actúan en cada organización sindical, gremial, estudiantil, barrial, indígena, campesina, etc. son referente y logran ganar la dirección del movimiento; cuando en su interior actúan las células y los comités del Partido, donde su política es aceptada y aplicada; y, además, conviertan a estos espacios en escenarios para educar políticamente a las masas; para elevar la lucha reivindicativa a la lucha política. Solo así, el Partido ganará la confianza de las masas y podrá liderar el proceso revolucionario.

Una correcta relación con las masas demanda actuar sin sectarismo ni voluntarismo. El seguidismo, asistencialismo, burocratismo, caudillismo, y otras taras, perjudican el trabajo.

Un Partido grande y fortalecido

Para cumplir con la tarea histórica, el Partido Comunista requiere de una organización grande y poderosa, no solo en número, sino también en calidad; esto significa que sus militantes deben ser hombres y mujeres destacados, calificados como cuadros revolucionarios: excelentes organizadores de las masas. Esta condición tiene que ver con un aspecto de trascendental importancia, como es la formación multilateral de los militantes.

Pero... ¿qué significa tener una formación multilateral? Quiere decir que el militante debe tener una formación ideológica y política que le permita actuar y enfrentar todas las tareas que el Partido debe emprender; debe poseer una sólida formación marxista-leninista.

Los comunistas deben estar formados en todos los campos, no se puede pensar en un militante que no sea un político sagaz, propagandista, agitador, financista, organizador, un soldado y dirigente de la revolución, pues, su acción está vinculada a todas estas tareas.

La vida y el desarrollo del Partido han obligado a especializar a muchos de sus cuadros en diferentes áreas, pero el comunista debe ser competente para ejercer la dirección y enfrentar cualquier tarea que la revolución le exija. La formación del miembro del Partido es una garantía para el crecimiento organizativo, tanto en el plano cualitativo como cuantitativo.

La lucha ideológica tiene que ver, en un nivel, con la forma cómo el Partido lleva la política a las masas, cómo le disputa la dirección de éstas a la burguesía, que a diario busca engañar y confundir a las masas para mediatizar su lucha. Cómo, a través de sus medios de propaganda, la política revolucionaria se difunde y se anida entre los sectores populares.

La crítica y la autocrítica, herramientas de construcción del Partido


Al interior de la organización, la lucha ideológica permite superar las limitaciones, corregir los errores, logrando así alcanzar una unidad ideológica y política que, sin duda, fortalece y hace más grande al Partido.

La lucha en el plano de las ideas permite batir las ideas extrañas, pequeño-burguesas, que frenan el accionar revolucionario. Permite erradicar prácticas contrarrevolucionarias que son consecuencia de la acción de la reacción y la burguesía. Es necesario señalar que los comunistas no están en una urna de cristal, protegidos de la acción ideológica del enemigo de clase.

La autocrítica es una herramienta que debe ser útil tanto para los organismos de dirección como para el militante; su aplicación franca y directa califica el trabajo revolucionario y permite fortalecer y consolidad la autoridad del comunista y del Partido, porque así como dentro de la organización el militante crece en su formación, hacia afuera las masas reconocen la autoridad del Partido, porque lo ven diferente a las organizaciones políticas de la derecha.


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