Thursday, March 6, 2008

El miedo como tactica y estrategia de la derecha-balaguerista

El miedo ha sido un de los más usados recursos de los sectores conservadores y de derecha para combatir a sus adversarios políticos.

http://www.clavedigital.com/Firmas/Articulo.asp?Id_Articulo=10185

César Pérez

El miedo ha sido un de los más usados recursos de los sectores conservadores y de derecha para combatir a sus adversarios políticos, para estos sectores el miedo no solamente ha sido un arma de lucha, sino un elemento a través del cual han construido sus identidades. En construcción del “nosotros”, lo que “somos”, estos sectores también construyen el “otro”, el adversario, al cual le endilgan las más aborrecibles cualidades y como en las religiones, “nosotros somos los elegidos”, “ellos” representan el mal, los aborrecibles, los condenables, los excluidos. Demonizar a “ellos”, mediante el miedo se convierte en la táctica que conduce al fin estratégico del predominio incompartido de un grupo sobre el otro. En el pasado, la derecha populista y sus líderes encontraron en los comunistas el peligro contra la “patria”, contra la familia y los valores “cristianos”. Pasada la guerra fría, el miedo lo construye y usan ahora contra los inmigrantes, contra el “diverso” por sus condiciones étnicas o por sus particulares opciones de vida o de sexuales. A través del miedo se rompen tradicionales lazos de solidaridad de clases entre los oprimidos y entre regiones de un mismo país. El pobre de una parcela política o religiosa por el miedo que se le inculca, se vuelca contra el pobre de otra opción política y de otra región del mismo país. En Europa, barrios de trabajadores que tradicionalmente constituían el grueso del cuerpo electoral de los partidos de izquierda, votan hoy en su mayoría aplastante a los populistas de derecha. La táctica de estos populista es simple: el inmigrante es una amenaza contra la nación y lo nacional, vencerlo es la vía única y posible para salvar la “patria”, no importan los medios para alcanzarla, no importa que sea una solución final que implica el exterminio masivo de los “otros”, como se ha pretendido más de una vez en diversos momentos y países. Entre esas formas de exacerbación del miedo y del terror, la llamada “limpieza étnica”, practicada tanto en algunos países africanos y europeos, sobre todo en los Balcanes y por algunos extremistas en el país vasco, como en África en las últimas décadas, constituye una modalidad del miedo como arma de la actividad política. Pero, como decíamos al inicio, también el miedo se usa como recurso de campaña política. Lo usa las derechas política y eclesial españolas contra el Partido Socialista Obrero Español, PSOE. Una recurre al miedo a los extranjeros y la otra al mido hacia la política de tolerancia de la diversidad de credo y de opciones de vida que promueve ese partido. En los Estados Unidos, los seguidores de la contrincante de Obama recurren al miedo de los electores por el segundo nombre de este, Hussein y por la supuesta opción religiosa de su padre. En nuestro país, siempre se ha recurrido al miedo como recurso de campaña y como arma de la intolerancia religiosa. Recordemos el miedo a Juan Bosch que condujo al golpe de estado contra éste por sus supuestas posiciones marxista o comunistas, el miedo a Partido Revolucionario Dominicano, PRD, ayer y hoy como recurso de campaña, sobre todo contra quien fuera su máximo líder, Peña Gómez, por sus condiciones étnicas y su ascendencia haitiana. El combate al miedo como recurso de campaña no puede hacerse con discursos y posiciones “políticamente correctas”, algunas veces aceptando el chantaje de no tocar los temas de la inmigración, de los derechos de las llamadas minorías porque “eso quita votos”. En la aceptación de ese chantaje han incurrido fuerzas tradicionalmente de posiciones de izquierda y de los técnicos que dirigen las campañas y el precio que han pagado ha sido caro. El miedo se combate con la legitimidad que dan las grandes jornadas de luchas en que se han forjado las identidades de las fuerzas progresistas. Esas luchas tuvieron como escenarios las calles, los montes y los caminos. La vuelta a estos escenarios es la única garantía para vencer el miedo que la mejor y más eficaz arma de los sectores conservadores.

Algunas verdades elementales sobre el fracaso de la URSS y China

Algunas verdades elementales sobre el fracaso de la URSS

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=64196

Una: En la URSS, como en la mayoría de los países del socialismo real, no se respetó la ley del valor. Los precios eran determinados por la autoridad central estatal. Y cuando no se respetan las leyes objetivas de la economía, lo lógico es que dicha economía más tarde o más temprano vaya a pique. Dos: En la URSS la proporción que se daba entre la industria pesada y la industria ligera era del 70 por ciento de la primera frente al 30 por ciento de la segunda. Y la industria ligera es el sector de la economía destinado a satisfacer las necesidades de consumo de la población. De ahí el nivel tan desarrollado de las maquinarias e infraestructuras que había en la URSS frente al nivel tan bajo de ingreso personal de los trabajadores. Tres: La ausencia de libertades económicas mercantiles provocó el predominio de la uniformidad frente a la variedad en el consumo del pueblo. Esto genera un fuerte sentimiento de tristeza. Y cuarto: en la URSS no había Estado de derecho. Y cuando no hay Estado de derecho el ciudadano no puede defenderse de los atropellos y abusos de los cargos del Partido y del Estado. La forma fascista de gobierno que se impuso en la URSS tuvo como premisa la ausencia de Estado de derecho.

Algunas verdades elementales sobre China
La forma tan ligera con la que habla Alberto Arregui sobre China es insultante. Presentarla como una simple copia del modelo soviético no es serio, y presentarla como una sociedad donde predomina el capitalismo depredador es injusto. No se puede hablar de un país tan grande, tan colosal y tan complejo con cuatro frases. Es necesario un mayor respeto hacia los países extranjeros. Que los chinos son muchos, son muy sabios y ellos deciden lo que hacen. No se les puede hablar a los comunistas chinos sacando del bolsillo un libro escrito por occidentales donde se indica lo que debe ser el socialismo y cómo debe ser construido. Fundamentalmente por una razón: porque los marxistas de Europa occidental, aunque se creen que se las saben todas, jamás han sido capaces de hacer el socialismo. Sólo saben pensarlo. Y claro, en el pensamiento todo ocurre a la perfección.
En 1949 China era una sociedad semifeudal, semicolonial y semicapitalista. Miremos hoy donde está. Aunque las reformas económicas son una continuación del socialismo por otro camino, para el señor Arregui como para todos los capitalistas ocidentales representa un abandono del socialismo y su paso al capitalismo. En China sigue predominando la propiedad pública sobre los medios de producción frente a la propiedad privada. Aunque eso sí, se han hecho grandes concesiones al capitalismo. No se podía seguir adelante con el viejo socialismo. ¿Por qué? Porque era un socialismo pobre. El socialismo tenía que retroceder en sus posiciones. Sólo con el concurso del capital internacional China podía salir de su atraso económico. Y eso fue lo que se hizo. Ahora bien, si Europa occidental hubiese sido socialista en vez de capitalista, China no hubiera tenido que retrasar sus posiciones socialistas.
¿Cuál ha sido uno de los resultados más importantes del nuevo camino socialista emprendido por China? El número de personas que vive en la pobreza en las zonas rurales de China ha descendido de 250 millones en 1978 a sólo 20 millones para fines de 2006, y la incidencia de pobreza cayó de 30,7 a 2,3 por ciento. Yo me pregunto si Alberto Arregui habrá hablado con las 230 millones de personas, más de cinco veces la población española, que han salido de la pobreza en China. Seguro que si lo hubiera hecho, nos hubiera obsequiado con otra visión de ese gigante asiático
El eurocentrismo y el imperialismo intelectual
Una de las cosas que más me molestan del pensamiento de Alberto Arregui es que habla como hablan todos los occidentales, como si ellos tuvieran siempre la verdad en sus manos, como si la democracia sólo fuera la occidental, y como si el mundo no pudiera ser de otro modo que como lo han imaginado los occidentales. Alberto Arregui es militante de Izquierda Unida. Pero esta formación política ha sido incapaz de ganarse aunque sólo sea la confianza de las capas más pobres de la población. No ha sido entonces capaz de ganarse la confianza de la clase trabajadora en su conjunto. Mucho menos ha sido capaz de ganarse la confianza de la clase media. En suma, no ha sido capaz de ganarse la confianza de las fuerzas sociales necesarias para proponer la transformación del capitalismo en socialismo. ¿Cómo es posible que no siendo capaz Alberto Arregui, en calidad de dirigente de Izquierda Unida, ni tan siquiera de crear esas mínimas condiciones subjetivas, quiera dar lecciones a la extinta Unión Soviética y a la actual China de cómo deben hacer el socialismo? Por dos causas: por teoricismo y por imperialismo intelectual.
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Lean libros socialistas, marxistas, revolucionarios todos los dias. Hasta 15 minutos de lectura ayuda a ser mas socialista !!

Estimados amigos: la unica manera de que se pueda afianzar las estrategias, teorias y ciencia socialistas es leyendo diariamente, afianzando el socialismo todos los dias, aunque sea 15 minutos de lectura nos ayudara a escapar de esta realidad capitalista, de este mundo capitalista que nos quiere envolver. Nos protejera de la gente capitalista, derechista que no cree en el socialismo, que cree que Chavez es un loco, y que ama el sistema de vida burgues a lo Miami, Florida.

Aqui les dejo un buen articulo sobre las tecnicas revolucionarias, socialistas para aplicarlas:


La táctica revolucionaria

http://nuevaradio.org/mro/b2lhart_imp.php?p=143&more=1&c=1




MRO - 25.10.05


A LOS COMPAÑEROS
Este es un trabajo colectivo, producto del esfuerzo de muchos años de diversas organizaciones, partidos y dirigentes políticos y militares, dentro y fuera del país.
La recopilación de los materiales teóricos que le ha servido de base, es patrimonio con carácter general para cualquier organización revolucionaria, por la cual un equipo de compañeros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias “orientales”, le han agregado una definición concreta sobre cada tema objeto de controversia, así como sobre otros puntos
que hemos juzgado conveniente completar o ampliar.
Una y otros son el resultado de la lucha revolucionaria, que con sus reveses y sus éxitos, con sus presos y sus torturados, con sus mártires y con sus muertos, han logrado transformar la dura experiencia, en luminosa teoría de la liberación.
Nuestra más cara aspiración es que esta labor de estudio y sistematización contribuya a forjar, en la difícil lucha que nos espera, la unidad de todos los revolucionarios, como un anticipo precursor de la unidad más amplia de todos nuestros pueblos en la guerra popular.

“Toda forma nueva de lucha, que trae aparejada consigo nuevos peligros y nuevos sacrificios, “desorganiza”, indefectiblemente a las organizaciones no preparadas para esta nueva forma de lucha. El paso a la agitación desorganizó nuestros antiguos círculos de propagandistas. más tarde, el paso a la manifestaciones desorganizó nuestros comités. En toda guerra, cualquier operación lleva un cierto desorden a las filas de los combatientes. De esto es preciso deducir que hay que aprender a combatir. Y nada más!
LENIN “Guerra De guerrillas”


2 - LA TÁCTICA REVOLUCIONARIA

A) EN LO POLÍTICO
¿Cuales serán por tanto, los verdaderos medios para llegar a la revolución? Esos medios serán fundamentalmente tres:
I) Una organización política revolucionaria que sea capaz de conducir al proletariado y a su clase a la vanguardia.
II) Una organización militar revolucionaria que organice la guerra popular contra el poder de la reacción
III) Un frente amplio y unido que reúna a la gran mayoría de la población contra la minoría oligárquica-imperialista.

I) La organización política revolucionaria: En realidad es el Partido, es decir, la organización vanguardia de la clase obrera, capaz de organizarla y orientarla hacia la revolución. Pero expresamente no hemos querido emplear esta terminología, para evitar la confusión que a nivel popular se hace con el partido Reformista o Revisionista, entendiendo que es esencial diferenciarse de ellos incluso de nombre.
El Partido Reformista no es una organización revolucionaria, y nada tiene que ver con los partidos que han hecho la revolución en muchos países. En particular, los partidos reformistas no tienen nada que ver con el partido bolchevique de Lenin que tomó el poder en 1917, sino que son una copia deformada de partidos comunistas ya en el poder. El partido bolchevique ruso no se dedicaba a tener locales legales, diarios legales, etc. sino que eran un partido en la clandestinidad organizando la lucha armada para la toma del poder, cuyas formas legales de actuación eran absolutamente secundarias y nunca sirvieron para frenar el desarrollo de la insurrección.
para evitar confusiones pues, no utilizaremos el nombre de partido para la organización revolucionaria. sin embargo, esto no quiere decir que no estemos de acuerdo con el concepto de partido, con la necesidad de nuclear y condensar lo más esclarecido de la ideología, la política y la acción revolucionaria en una sola dirección, en una sola organización.
En su famoso trabajo: “Revolución en la Revolución”, Regis Debray enfrenta en cierta manera, la organización revolucionaria al concepto de partido, pero esto, estamos seguros el propio Debray no lo expresaría de esa forma. Esa falsa oposición fue en su momento desarrollada por Debray para poner todo el énfasis en la crítica a los partidos comunistas de A. Latina, para enseñar a los verdaderos revolucionarios que el camino de estos partidos era falso y desviaba a muchos sectores de su verdadero objetivo revolucionario. Hoy esa batalla ya se ha dado y los campos se han ido delimitando cada vez más nítidamente entre reformismo y revolución.
En la Revista Monthly Review, N. 55, dos cubanos que según todos los indicios son comandantes del C.C. del PC de Cuba, desarrollan críticamente esas tesis del libro de Debray y muestran que en la rebelión cubana de Fidel Castro, existió un partido, que era el Movimiento “26 de julio” y hubo numerosas alianzas y frentes unidos, tales como el pacto de Miami, que si bien fue duramente criticado por Fidel, no fue negado en sí mismo como una de las muchas normas de unión de las fuerzas populares. La mejor prueba de que ese frente existió fue el primer gobierno que se constituyó, con Manuel Urrutia de Presidente y con Miró Cardona de Primer Ministro. Y era un frente con todas las características revolucionarias porque era para la lucha armada, porque tenían sus principales dirigentes la ideología del proletariado, como lo declaró Fidel el 1 de diciembre de 1961, cuando anunció que era marxista-leninista, y porque era un frente donde la lucha interna, hasta triunfar, con la caída de Urrutia, la línea verdaderamente revolucionaria.
La revista Monthly Review aclara que Simón Torres y Julio Aronde son dos revolucionarios cubanos y que los puntos de vista que ellos expresan en este trabajo crítico son de su propia responsabilidad y no tienen la intención de representar la posición del PC de Cuba ni la de los dirigentes cubanos. Agregamos nosotros que sus nombres no son sino seudónimos, y que a pesar de la aclaración, este trabajo no hubiera sido publicado si no mediara un conocimiento previo de los dirigentes cubanos, que están conscientes como nadie de la necesidad de debatir estos problemas cruciales de la revolución latinoamericana.
Bajo el rótulo “Lecciones y experiencias”, el trabajo llega a varias conclusiones absolutamente coincidentes con las nuestras, en los siguientes términos:
“Preguntamos como conclusión: Cual es la contribución de la experiencia cubana si en último análisis no ofrece ninguna “receta”?
“En primer lugar, presenta un problema teórico partiendo desde un punto particular y preciso. Y es que la primera cosa que debe ser determinada por análisis, son aquellos elementos que están ausentes en la perspectiva revolucionaria en el resto de Latinoamérica.
“Sabemos que el debate comienza con una constante: el movimiento guerrillero es condición necesaria para derrotar el imperialismo en Latinoamérica, y todo el resto es reformismo. Pero inmediatamente vienen a la mente una serie de diferencias con el proceso cubano. He aquí algunos ejemplos importantes:
“1) La ideología marxista es hoy indispensable para la lucha (lo que no era el caso de Cuba), y también una lucha ideológica contra el reformismo, ahora abiertamente aliado con la burguesía.
“2) La guerra será larga y dura (y no corta como en Cuba), y tenemos que trabajar políticamente con las masas campesinas porque no son “territorio virgen” como eran en Cuba.
“3) La lucha requerirá la creación de partidos marxistas de nuevo tipo, liberado de la clásica estructura de formalismo estalinista y en posesión de formas orgánicas flexibles capaces de movilizar las masas populares (incluyendo, por ejemplo, estudiantes de escuelas privadas, sacerdotes, etc.) en cada etapa de la lucha, y de tomar ventajas contra el imperialismo.
“Es probablemente a este último punto que la experiencia cubana, tanto como la vietnamita y la china, ofrecen sus más ricas y más profundas lecciones, a pesar de que ninguna puede, en ningún caso ser tomada como “modelo”.
“Diversas formaciones políticas en Latinoamérica están ya o viviendo la experiencia guerrillera o en vísperas de entrar en ella, pero la actividad revolucionaria de esta clase no resuelve los problemas teóricos remanentes, para los cuales no hay recetas y los que al permanecer sin resolverlas, no son asunto aislado de las dificultades que enfrente el desarrollo de la lucha armada en Latinoamérica.
“Por tanto, el debate ideológico dentro de la izquierda es más necesario que nunca. El silencio, por otro lado, llevará solamente al reforzamiento del reformismo, debido a la oscilación al contrario del péndulo que cualquier fiasco armado, real o aparente basado en una teoría, produce entre los militantes y la ideología de las fuerzas revolucionarias”
Como surge nítidamente de esta trascripción, los dos revolucionarios coinciden en las conclusiones a que nosotros también arribamos, a pesar de que ellos parten del análisis de la rebelión cubana, mientras nosotros tomamos como punto de partida al Uruguay en su contexto del Cono Sur. Las necesidad de un partido u organización de nuevo tipo, la imperiosa urgencia de la lucha contra el reformismo, la adopción de la ideología marxista-leninista, la necesidad del trabajo entre los campesinos, son otras tantas conclusiones comunes a que arriban estos dos revolucionarios, en coincidencia total con la orientación que nosotros venimos exponiendo.
La organización revolucionaria por tanto, es la base de toda alianza de clases y de toda la lucha armada. Sin él, el proletariado no desempeña su papel guía y va a la zaga de otras clases que, en último término, conducirán la revolución a la derrota.
En el Uruguay de hoy, la ausencia de una organización de este tipo es lo que provoca la desorientación general que existe en el movimiento de masas.
Aplicando nuestros principios a nuestra realidad concreta, sostenemos que esa organización revolucionaria debe integrarse con todas aquellas actuales organizaciones que ya están en la lucha armada o preparándose para ella; mientras que las alianzas de frente amplio deben hacerse con las demás organizaciones de izquierda, que todavía no han iniciado la preparación de la lucha armada, pero desarrollan en el movimiento de masas una línea similar a la nuestra. En el primer caso y hasta tanto no se logre la integración completa de aquellas, en una sola organización, cada una debe funcionar y desarrollarse por sí misma, pero con la mira puesta en esa unidad futura, con el concepto desde ahora, de que integramos ya, Un Frente de Liberación Nacional, un FLN común, no publicitado, no conocido exteriormente, pero existente desde ahora. La lucha armada política y de masas, irá desarrollando naturalmente esa unidad que ya se gesta en el enfrentamiento común a la represión, en las múltiples formas de solidaridad de nuestros militantes, e incluso, y de un modo muy fecundo y positivo, en las cárceles y en los cuarteles.
En el segundo caso, se podrán desarrollar diversas formas de alianza y de frente común, que ya existen en el movimiento de masas, y que pueden alcanzar eventuales formas públicas, consistentes en el nucleamiento de toda esa izquierda nueva que ya se ha esclarecido y se ha decidido a enfrentar la línea de los reformistas.
Este doble curso de la unidad revolucionaria no deberá impedir la lucha ideológica, que siempre será necesaria, pero obligará sí a cuidar la forma de esa polémica, a evitar la violencia de la crítica entre organizaciones hermanas, a sentirnos integrantes desde ahora de una causa común.
El terreno está ya debidamente preparado para dar un salto hacia delante en el desarrollo de la organización revolucionaria. Así, la FAU ha sostenido la necesidad de crear un Centro Político que dirija la lucha. El MIR ha puesto todo su esfuerzo para la construcción del Partido Revolucionario de la clase obrera uruguaya. El MAPU ha dejado paso al GAU, cuyo propio nombre de Grupos de Acción Unificadora, está indicando una lucha por esa unidad, el MRO desde el acuerdo de Época y hasta el presente siempre ha bregado por la unidad de los revolucionarios. El PS ha admitido participar en común en la nueva tendencia sindical que se ha ido desarrollando y de la cual hablaremos más adelante. En cuanto al MLN, si bien el cerco enemigo ha dificultado el conocimiento de su posición, de los documentos que se conocen afirman también tal posibilidad. Existen además otros factores, cristianos, estudiantiles, etc., deseosos de integrarse en esta lucha, que serían muchos más si una unidad más desarrollada de los revolucionarios, oficiara de polo de atracción.
Decíamos al comienzo que la defección de los reformistas del campo de la revolución provocó diversas deformaciones en las organizaciones revolucionarias que fueron surgiendo y todas y cada una de ellas se unilateralizaron. Desde 1963 el MLN puso el acento en el aspecto en que había más carencia, que era la organización militar, lo que sirvió para enseñar a todos, el camino y las formas de la lucha armada, pero el duro ataque enemigo, tendiente a aislarlo, le impidió profundizar más el trabajo organizado de masas. Desde 1963 también luego de una escisión se conformó su actual dirección, la FAU volcó todos sus esfuerzos en el trabajo sindical y de masas, lo que hizo que en diciembre de 1967, cuando el decreto de clausura de Época, no hubiera desarrollado su organización militar. El MRO logró importantes avances en el trabajo político de masas, y puso énfasis en el plan estratégico regional del CHE, lo que provocó que en diciembre de 1967 no tuviera una organización militar desarrollada y careciera de una dirección colectiva preparada para pasar a la lucha armada. El MIR surgió también en 1963 y puso todo su énfasis en el desarrollo ideológico, donde en nuestra opinión ha realizado importantes aportes, pero no logró todavía un desarrollo similar en el político militar y en lo organizativo. El P. Socialista, en un desarrollo de masas de importancia, con órganos de difusión de importante tiraje, y con un trabajo de muchos años en el interior del país, se encontró en diciembre de 1967, con serios déficit en la preparación militar y en la adecuación de su dirección colectiva a la lucha armada. En cuanto al MAPU, si bien aprobó los principios de la OLAS, no estuvo de acuerdo en la lucha armada AQUÍ Y AHORA en el Uruguay, pero logró un importante desarrollo en el medio estudiantil, y el GAU ha significado una importante conjunción de masas estudiantiles y obreros.
Qué nos indica toda esta realidad? Que si todos estos esfuerzos dispersos, unilaterales, aislados, se vincularan entre sí, de acuerdo a un plan general, y aún cuando las organizaciones, quizás hasta por exigencias de la propia lucha frente al enemigo, mantengan todavía durante un cierto tiempo su individualidad, el camino de la guerra del pueblo estaría ya abierto, el reformismo sería enfrentado con éxito e incluso en su propio terreno, y en los días de la oligarquía apátrida que nos gobierna estarían contados.
Desde luego que hoy existen vínculos que las acciones revolucionarias unen mejor que las palabras, que el avance ideológico se logra a través de las publicaciones de las distintas organizaciones en la confrontación de las ideas, que la tendencia sindical es lo que nos vincula en la lucha de masas, etc., pero todo esto no es suficiente, y podemos hacer mucho más.
Pensemos sobre todo en los militantes dispuestos a incorporarse, que sólo quieren luchar y para quienes las diferencias de unos y otros grupos son en infinidad de casos una valla que los frena. Hemos comprobado que alguna organización retraía sus cuadros de la tendencia sindical, porque sólo servía para reclutar militantes para un determinado grupo revolucionario. Esto es inadmisible a esta altura. Los futuros cuadros deben tener el camino allanado para ingresar a la lucha de inmediato, sin trabas de ningún tipo, y el deber de los dirigentes es partir desde ahora de una planificación común, de una concepción de integración en un todo común, para que todos nos consideremos desde ya integrantes de esa organización revolucionaria común, de ese partido común, que todavía no está creado. Una buena forma de comienzo es éste, podría ser la planificación bilateral de la lucha armada, antes de pasar a la multilateralidad. Las reuniones bilaterales, impuestas por exigencias del propio enfrentamiento al enemigo, pueden ser una forma de unidad enseñada por la propia realidad.
Este principio de integración de las organizaciones revolucionarias se ha pretendido oponer al del desarrollo de la propia organización en la clase obrera, diciendo que nada sustituye a este trabajo, y en cambio, las organizaciones mencionadas, desde el MLN hasta ka FAU o el MRO, son producto de la concepción pequeño burguesa y no son proletarias. Se trata de una flagrante falsa oposición, porque una forma de desarrollo no impide la otra. Pero significa negar además la propia realidad uruguaya de todos estos años. Porque lo que nuestra realidad dio fue eso, fueron esas organizaciones que ya integran el proceso revolucionario, y que no pueden ser desconocidos so pena de ignorar nuestra propia realidad política. Por otra parte, la concepción pequeño burguesa, de acuerdo a quienes sostienen esta falsa oposición, fue la que triunfó en cuba, donde se realizó la primera revolución socialista de la América Latina, con una dirección surgida de la pequeño burguesía.
Por lo tanto, hoy por hoy en el Uruguay, la organización revolucionaria sólo puede desarrollarse sobre la base de lo que ya existe, que son las organizaciones que han ido probando, en la teoría y en la práctica, que ya se encuentran en el camino revolucionario.

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