Saturday, September 28, 2013

EL EXCESO DE TRABAJO, EL EXCESO DE LABORES DOMESTICAS COMO COCINAR, LIMPIAR, EL EXCESO DE MANEJAR VEHICULOS EL DIA ENTERO ES EL ENEMIGO # 1 DE UNA REVOLUCION SOCIALISTA EN EE.UU



Existe un problema en EE.UU, un gran impedimento para una situacion objetiva leninista revolucionaria (Osea los americanos tirados a las calles a protestar gracias a la devaluacion del dolar, inflacion y altos precios de la comida en el futuro cercano).

Ese gran problema es que la mayoria de los ciudadanos americanos estan muy fisicamente cansados. En el imperio romano existia un dictador que se llamaba Adriano y el para mantener a sus ciudadanos y soldados cansados, y activos el dia entero, ordeno la construccion de un muro, de una muralla, y de otras obras. Bueno yo no quiero ser conspirador ni nada de eso. Pero desde un punto de vista del planeamiento urbano, el planeamiento del orden social y de la rutinas diarias de todo el que vive en EE.UU, se podria decir y alegar que la mayoria de los ciudadanos de EE.UU tienen 2 trabajos (trabajo normal y trabajo domestico), junto a otras responsabilidades y factores estresantes que causan una fatiga fisica en la mayoria de la clase explotada de EE.UU, que son la mayoria del pueblo americano.

Ese es el gran impedimento para una situacion objetiva revolucionaria, osea la forma de vida de como viven como los americanos, la vida tan hiper-activa que se lleva en ese pais. Yo he viajado a EE.UU, he estado alla, he vivido alla, he estudiado alla, y en ese pais casi nadie tiene tiempo para nada. Es una dictadura del trabajo. Y ademas de esos las ciudades en EE.UU estan muy mal planeadas, son ciudades anti-cientificas, que estan tan mal planeadas que los americanos tienen que gastar muchisimo dinero en gasolina ya que las ciudades gringas estan hecha de una manera horizontal. 

Con edificios y casas que tienen unos patios que se podria hasta jugar beisbol y soccer profesional, casas anti-ecologicas, edificios y construcciones con un exceso de desgaste de espacio, lo que contribuye y conduce a que la mayoria de las ciudades del Imperialismo Yanki sean super-grandes, lo que conduce a largas distancias de transporte para las actividades diarias de la mayoria de los ciudadanos americanos. Todos esos factores, que yo creo que han sido planeado para prevenir una revolucion comunista en EE.UU influyen en la destruccion de las energias fisicas y mentales necesarias para el pueblo americano tumbar el capitalismo y reemplazarlo por una dictadura comunista de la clase obrera en ese pais.


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REFLEXIONES SOBRE EL ANARQUISMO. TEXTO DE ERIC HOBSAWN, AñO 1969 (PRESENTE EN EL BOLCHEVISMO Y LOS ANARQUISTAS, DE REVOLUCIONARIOS: ENSAYOS CONTEMPORANEOS, DE ERIC HOBSBAWN. TOMADO DE LA BIBLIOTECA VIRTUAL SPARTAKKU EN MAYO 2013


Traducción de Joaquim Sampere

El resurgir actual del interés por el anarquismo es un fenómeno curioso y a primera vista inesperado. Hace tan sólo diez años habría parecido sumamente improbable. En aquel momento el anarquismo, como movimiento y como ideología, parecía un capítulo definitivamente cerrado en el desarrollo de los movimientos revolucionarios y obreros modernos.

Como movimiento, parecía pertenecer a la época preindustrial y, en todo caso, a la era anterior a la primera guerra mundial y a la Revolución de Octubre, salvo en España, donde difícilmente cabe pensar que haya sobrevivido a la guerra civil de 1936-1939. Podría decirse que desapareció con los reyes y emperadores a quienes sus militantes habían tratado tantas veces de asesinar. Nada parecía ser capaz de detener, o siquiera de aminorar, su rápido e inevitable declive, incluso en las partes del mundo en que había constituido alguna vez una fuerza política importante, como en Francia, Italia o Latinoamérica. Un investigador curioso que supiera dirigir certeramente sus miradas podría todavía descubrir algunos anarquistas hasta los años cincuenta, y aún más ex anarquistas, fácilmente reconocibles por señales como su interés por el poeta Shelley. (Es un dato muy característico que esta romántica escuela de revolucionarios haya sido más leal que nadie, incluidos los críticos literarios de su propio país, al más revolucionario de los poetas románticos ingleses.) Cuando en esta época traté de tomar contacto con activistas de los círculos anarquistas españoles en París, me dieron cita en un café de Montmartre, cerca de la Place Blanche, y en cierto modo esta reminiscencia de un pasado ya lejano de bohemios, rebeldes y vanguardistas parecía todo un símbolo.

Como ideología, el anarquismo no declinó de una manera muy espectacular porque nunca había tenido demasiado éxito, por lo menos entre los intelectuales, que son el estrato social más interesado por las ideas. Probablemente ha habido siempre figuras destacadas en el mundo de la cultura que se han calificado a sí mismas de anarquistas (excepto, curiosamente, en España), pero la mayoría parecen haber sido artistas, en el sentido más amplio de la palabra o, como en los casos de Pissarro y Signac, en un sentido estricto. Lo cierto es que el anarquismo nunca tuvo entre los intelectuales un atractivo comparable, pongamos por caso, al marxismo, ni siquiera antes de la Revolución de Octubre. A excepción de Kropotkin, no es fácil encontrar a ningún teórico anarquista que ofrezca real interés para los no anarquistas. No parecía existir, realmente, ningún espacio intelectual para la teoría anarquista. Compartía con el marxismo la creencia en el comunismo libertario de cooperativas autogobernadas como objetivo revolucionario final. Los viejos socialistas utópicos habían reflexionado con mayor profundidad y concreción que la mayoría de los anarquistas sobre la naturaleza de tales comunidades. .Ni siquiera el arma más poderosa del arsenal intelectual de los anarquistas, su sensibilidad a los peligros de dictadura y burocracia implícitos en el marxismo, les era exclusiva. Esta clase de crítica la hacían con iguales resultados y con mayor elaboración intelectual los marxistas “no oficiales” y los adversarios de todo tipo de socialismo.

En suma, el principal atractivo del anarquismo era emotivo y no intelectual. No era un atractivo despreciable. Quien haya estudiado o haya tenido algo que ver con el movimiento anarquista real se habrá sentido afectado por el idealismo, el heroísmo, el espíritu de sacrificio y la santidad que tantas veces ha engendrado, junto a la brutalidad de la Majnovshchina ucraniana o de los fanáticos pistoleros e incendiarios de iglesias de España. El mismísimo extremismo del rechazo ácrata del estado y de la organización, lo absoluto de su entrega a la causa de la subversión de la presente sociedad, no podían por menos de despertar admiración, salvo quizás entre quienes tenían que ir políticamente de la mano de los anarquistas y sentían la dificultad casi insuperable de colaborar con ellos. Es explicable que España, la patria de Don Quijote, haya sido su última fortaleza.

El epitafio más emotivo que haya escuchado jamás, dedicado a un terrorista ácrata, muerto hace unos pocos años por la policía en Cataluña, fue pronunciado por uno de sus compañeros sin el menor deje de ironía: “Cuando éramos jóvenes y se fundó la República, éramos como caballeros medievales, aunque también espirituales. Nosotros nos hemos hecho mayores, él no. Era un guerrillero por instinto. Sí, era uno de esos quijotes que salen en España”.

Admirable, pero desesperanzador. Fue la monumental ineficacia del anarquismo la que, casi con toda seguridad, determinó su rechazo por casi toda mi generación, la que alcanzó su madurez durante los años de la guerra civil española. Todavía recuerdo, en los primeros días de aquella guerra, la pequeña ciudad de Puigcerdà, en los Pirineos, pequeña república revolucionaria llena de hombres y mujeres libres, de armas de fuego y de un sinfín de discusiones. En la plaza había algunos camiones. Estaban destinados a la guerra. Cuando a alguien se le antojaba ir a luchar al frente de Aragón, se iba donde los camiones. Cuando se llenaba un camión, partía al frente. Es de suponer que cuando los voluntarios deseaban regresar, regresaban. La frase C’est magnifique, mais ce n’est pas la guerre hubiera debido inventarse para una ocasión así. Era, sin duda, maravilloso, pero el principal efecto que esta experiencia tuvo sobre mí fue la de que tardé veinte años en ver en el anarquismo español algo más que una trágica farsa.

Era mucho más. Y con todo, por mucha simpatía que se le eche, no se puede modificar la realidad de que el anarquismo como movimiento revolucionario había sido ideado casi para el fracaso.

Como ha dicho Gerald Brenan, autor del mejor libro sobre la España moderna, una sola huelga de los mineros (socialistas) de Asturias afectaba más al gobierno español que setenta años de masiva actividad revolucionaria anarquista, que no representaba más que un problema rutinario de orden público. (De hecho, investigaciones posteriores han demostrado que en la época de más frecuentes atentados con bombas en Barcelona no llegaban probablemente a un centenar los policías que velaban por el orden público en esta ciudad y que su número no fue notablemente reforzado.) La ineficacia de las actividades revolucionarias anarquistas podría ser ampliamente documentada en todos los países donde esta ideología ha desempeñado un papel importante en la vida política. No es éste el lugar para hacerlo. Mi propósito consiste simplemente en explicar por qué el resurgimiento del interés por el anarquismo hoy parece tan inesperado, sorprendente y —si he de hablar con franqueza— injustificado.

Injustificado, pero no inexplicable. Hay dos poderosas razones que explican la boga del anarquismo: la crisis del movimiento comunista mundial tras la muerte de Stalin y la aparición de un malestar revolucionario entre los estudiantes e intelectuales de una época en que factores históricos objetivos en los países desarrollados no hacen demasiado probable la revolución.

Para la mayoría de los revolucionarios, la crisis del comunismo es esencialmente la de la URSS y de los regímenes fundados bajo sus auspicios en la Europa del este; es decir, de sistemas socialistas tal y como se entendían en los años comprendidos entre la Revolución de Octubre y la caída de Hitler. Dos aspectos de estos regímenes parecían entonces más vulnerables a la crítica anarquista tradicional que antes de 1945 puesto que la Revolución de Octubre no era ya la única revolución victoriosa realizada por comunistas, la URSS no estaba ya aislada, débil y amenazada por la destrucción, y puesto que los dos argumentos más poderosos a favor de la URSS —su inmunidad a la crisis de 1929 y su resistencia al fascismo— perdieron su fuerza después de 1945.

El stalinismo, esa hipertrofia del estado dictatorial burocratizado, parecía justificar el argumento bakuninista de que la dictadura del proletariado inevitablemente había de convertirse en simple dictadura, y que el socialismo no podría construirse sobre tal base. Al mismo tiempo, la eliminación de los peores excesos del stalinismo hizo ver que incluso sin purgas ni campos de trabajo el tipo de socialismo introducido en la URSS estaba muy lejos de lo que los socialistas habían imaginado antes de 1917, y que los principales objetivos de la política de ese país, a saber, un rápido crecimiento económico, el desarrollo tecnológico y científico, la seguridad nacional, etc., no tenían especial relación con el socialismo, la democracia o la libertad. Naciones atrasadas pueden ver en la URSS un modelo de cómo salir de su atraso, y pueden deducir de ésta y de su propia experiencia que los métodos de desarrollo económico introducidos y preconizados por el capitalismo no funcionan en sus condiciones, mientras que sí funcionan las revoluciones sociales seguidas de una planificación central; pero el objetivo principal sigue siendo el “desarrollo”. El socialismo es el medio para conseguirlo, no el fin. Las naciones desarrolladas, que gozaban ya del nivel de producción material al que todavía aspiraba la URSS y en muchos casos de mucha más libertad y variedad cultural para sus ciudadanos, difícilmente podían tomarla como modelo, y cuando lo han hecho (como en Checoslovaquia y la RDA) los resultados han sido claramente decepcionantes.

Nuevamente parecía razonable concluir que éste no era el camino para construir el socialismo. Críticos extremistas —cada vez más abundantes— llegaron a la conclusión de que estos regímenes, por muy distorsionados o degenerados que fueran, no eran en modo alguno socialistas. Los anarquistas se contaban entre los revolucionarios que siempre habían sostenido este punto de vista, de modo que sus ideas resultaron así más atractivas. Tanto más cuanto que el argumento crucial de los años 1917-1945, según el cual la Rusia soviética, aunque imperfecta, era el único régimen revolucionario victorioso y la base esencial para el éxito de la revolución en cualquier otro lugar, era mucho menos convincente en los años cincuenta y nada convincente, o casi, en los sesenta.

La segunda, y más poderosa, razón de la boga del anarquismo no tiene nada que ver con la URSS, salvo en la medida en que quedó claro, después de 1945, que su gobierno no fomentaba las tomas del poder revolucionarias en otros países. Surgió de las dificultades de los revolucionarios en situaciones no revolucionarias. En los años cincuenta y sesenta de este siglo, igual que antes de 1914, el capitalismo occidental era estable y parecía que iba a seguir siéndolo. El argumento más poderoso del análisis marxista clásico, la inevitabilidad histórica de la revolución proletaria, perdió por consiguiente su fuerza al menos en los países desarrollados. Pero, si no era probable que la historia trajera la revolución, ¿cómo iba a producirse ésta?

Antes de 1914 y nuevamente en nuestra época el anarquismo ha dado una aparente respuesta. El mismo carácter primitivo de su teoría resulta una ventaja. La revolución llegará porque los revolucionarios la desean con mucha pasión y porque constantemente realizan actos de rebelión, alguno de los cuales, tarde o temprano, será la chispa que hará arder el mundo. El atractivo de esta creencia simple no radica en sus formulaciones más elaboradas, aunque un voluntarismo extremo de esta clase puede estar dotado de una base filosófica (los anarquistas anteriores a 1914 a menudo tendían a admirar a Nietzsche y a Stirner) o puede fundarse en una psicología social, como en Sorel. (No se puede decir que sea una ironía accidental de la historia que tales justificaciones teóricas del irracionalismo anarquista fueran pronto utilizadas como justificaciones teóricas del fascismo.) La fuerza de la fe anarquista reside en el hecho de que no parecía haber más alternativa que abandonar la esperanza de la revolución.

Por supuesto, ni antes de 1914 ni hoy los anarquistas han sido los únicos voluntaristas revolucionarios. Todo revolucionario debe creer siempre en la necesidad de tomar la iniciativa y debe negarse a esperar que los acontecimientos hagan la revolución por él. En ciertos momentos —como en la era kautskiana de la socialdemocracia y la época comparable de aplazamiento de la esperanza en el movimiento comunista ortodoxo de los años cincuenta y sesenta—, una dosis de voluntarismo es particularmente saludable. Lenin fue acusado de blanquismo, igual que, más justificadamente, Guevara y Régis Debray. A primera vista estas versiones no anarquistas de la revuelta contra la “inevitabilidad histórica” parecen más atractivas porque no niegan la importancia de los factores objetivos en el proceso de la revolución, de la organización, disciplina, estrategia y táctica.

Sin embargo, y paradójicamente, los anarquistas pueden gozar hoy de una ventaja ocasional sobre estos revolucionarios más sistemáticos. Recientemente se ha puesto bastante de manifiesto que el análisis en que la mayoría de los observadores inteligentes basaban sus previsiones políticas en el mundo debe ser sumamente deficiente. No hay otra explicación al hecho de que varios de los procesos más espectaculares y de mayor alcance en la reciente política mundial no solo no han sido predichos, sino que han sido tan inesperados que a primera vista han resultado increíbles. Los acontecimientos de mayo de 1968 en Francia son probablemente el ejemplo más impresionante. Cuando el análisis y la predicción racionales llevan a tantos por caminos equivocados, incluida la mayoría de marxistas, la creencia irracional de que todo es posible en cualquier momento puede parecer gozar de ciertas ventajas. Al fin y al cabo, el Primero de Mayo de 1968 nadie esperaba seriamente, ni siquiera en Pekín o La Habana, que al cabo de unos días se levantarían barricadas en París, seguidas pronto por la huelga general más imponente que fuera posible recordar. La noche del 9 de mayo no eran sólo los comunistas oficiales los que se oponían a la erección de barricadas, sino también muchos de los estudiantes trotskistas y maoístas, por la razón aparentemente sensata de que, si la policía tenía realmente orden de disparar, se habría producido una matanza de corta duración, aunque masiva. Los que siguieron adelante sin vacilaciones fueron los anarquistas, los anarquizantes, los situationnistes. Hay momentos en que simples lemas revolucionarios o napoleónicos, como de l’audace, encore de l’audace o bien on s’engage et puis on voit, funcionan. Aquél fue uno de esos momentos. Se podría incluso decir que fue una de las raras ocasiones en que sólo la gallina ciega está en la posición adecuada para picar el grano de trigo.

No hay duda de que, estadísticamente hablando, estos momentos no son frecuentes. El fracaso de los movimientos guerrilleros de Latinoamérica y la muerte de Guevara son datos que recuerdan que no basta desear una revolución, por muy apasionadamente que lo sea, ni con iniciar una guerra de guerrillas. No hay duda de que, incluso en París, los límites del anarquismo resultan evidentes a los pocos días. Sin embargo, es innegable que una o dos veces el puro voluntarismo ha dado resultado. Inevitablemente, esto ha acrecentado la atracción del anarquismo.

Por consiguiente, el anarquismo es hoy de nuevo una fuerza política. Probablemente no tiene ninguna base de masas fuera del movimiento de estudiantes e intelectuales e, incluso en el seno de éste, influye más como corriente persistente de “espontaneidad” y activismo que a través de la gente relativamente escasa que dice ser anarquista. Por lo tanto, vale la pena plantear una vez más la pregunta siguiente: ¿qué valor tiene hoy la tradición anarquista?

En términos de ideología, teoría y programas, este valor sigue siendo marginal. El anarquismo es una crítica de los peligros del autoritarismo y la burocracia en los estados, partidos y movimientos, pero esto es un síntoma importante de que dichos peligros son ampliamente reconocidos. Si todos los anarquistas hubieran desaparecido de la faz de la tierra, la discusión en torno a estos problemas se seguiría produciendo. El anarquismo también sugiere una solución en términos de democracia directa y de pequeños grupos autogobernados, pero no pienso que sus propuestas para el futuro hayan sido hasta ahora ni muy válidas ni objeto de la suficiente reflexión. Mencionemos sólo un par de consideraciones. Primero, las pequeñas democracias directas autogobernadas no son, por desgracia, necesariamente libertarias. Pueden realmente funcionar sólo porque establecen un consenso tan poderoso que quienes no lo comparten voluntariamente se abstienen de expresar su desacuerdo o, también, porque los que no comparten el punto de vista predominante abandonan la comunidad o son expulsados de la misma. Existe mucha información sobre el funcionamiento de estas pequeñas comunidades que no he visto tratada de manera realista en la literatura anarquista. Segundo, el carácter de la economía social y de la tecnología científica modernas suscita problemas de considerable complejidad para quienes ven el futuro como un mundo de pequeños grupos autogobernados. Pueden no ser insolubles, pero por desgracia no se resuelven mediante el simple llamamiento a la abolición del estado y la burocracia ni por la desconfianza a la tecnología y las ciencias naturales que tan a menudo va asociada con el moderno anarquismo.[1] Es posible construir un modelo teórico del anarquismo libertario compatible con la tecnología científica moderna, aunque desgraciadamente no será socialista. Estará mucho más cerca de las opiniones del señor Goldwater y su consejero económico, el profesor Milton Friedman, de Chicago, que de las concepciones de Kropotkin. Porque las versiones extremas del liberalismo individualista (como señaló hace mucho tiempo Bernard Shaw en su panfleto sobre las “imposibilidades del anarquismo”) son lógicamente tan anarquistas como Bakunin.

Debe quedar claro que a mi juicio el anarquismo no aporta contribución significativa a la teoría socialista, aunque sea un útil elemento crítico. Si los socialistas desean teorías sobre el presente y el futuro, tendrán que seguir buscándolas en otra parte; en Marx y sus seguidores y, probablemente también, en los anteriores socialistas utópicos, como Fourier. O, para mayor precisión: si los anarquistas desean hacer alguna contribución significativa, deberán desarrollar un pensamiento mucho más serio que el que la mayoría de ellos ha desarrollado recientemente.

La contribución del anarquismo a la estrategia y a la táctica revolucionarias no puede ser descartada con tanta facilidad. Es cierto que es tan improbable que los anarquistas hagan revoluciones victoriosas en el futuro como lo ha sido en el pasado. Adaptando una frase empleada por Bakunin a propósito del campesinado, podría decirse de ellos que son inestimables el primer día de la revolución, aunque casi seguro serán un obstáculo el segundo día. No obstante, e históricamente, su énfasis en la espontaneidad tiene mucho que enseñarnos. Porque la gran debilidad de los revolucionarios educados en cualquiera de las versiones derivadas del marxismo clásico consiste en su tendencia en imaginar las revoluciones como si fueran a ocurrir bajo condiciones previsibles de antemano, como procesos que pueden ser previstos, planificados y organizados al menos en sus líneas generales. Y en la práctica esto no es así.

O, por mejor decir, la mayoría de las revoluciones que han ocurrido y triunfado empezaron con “acontecimientos” más que como producciones planeadas. A veces crecieron rápida e inesperadamente a partir de lo que parecían normales manifestaciones de masas; otras, a partir de la resistencia frente a las acciones de sus enemigos, y a veces, de otras maneras, pero raramente —si es que alguna vez ha sucedido— adoptaron la forma esperada por los movimientos revolucionarios organizados aun cuando éstos hubieran predicho el inminente estallido de una revolución. Ésta es la razón por la que la prueba de la talla de los revolucionarios ha sido siempre su capacidad de descubrir las características nuevas e inesperadas de las situaciones revolucionarias y de adaptar su táctica a las mismas. Como la boya, el revolucionario no produce las olas sobre las que flota, sino que se balancea a su compás. Pero, a diferencia de la boya —y en esto difiere la teoría revolucionaria seria de la práctica anarquista—, tarde o temprano deja de balancearse sobre aquéllas y debe controlar su dirección y movimiento.

El anarquismo tiene lecciones válidas que enseñar porque ha sido insólitamente sensible —en la práctica más que en la teoría— a los elementos espontáneos de los movimientos de masas. Cualquier movimiento amplio y disciplinado puede ordenar la celebración de una huelga o manifestación, y, si lo es en grado suficiente, hacer una exhibición que produzca una impresión considerable. Pero hay una diferencia notable entre la huelga general convocada por la CGT el 13 de mayo de 1968 y los diez millones de trabajadores que ocuparon sus puestos de trabajo unos días después sin ninguna consigna nacional. La misma debilidad organizativa de los movimientos anarquistas y anarquizantes les ha obligado a explorar los medios de descubrir o asegurar ese consenso espontáneo que la acción produce entre militantes y masas. (Es un hecho admitido que también les ha llevado a experimentar tácticas ineficaces como la del terrorismo individual o el de pequeños grupos, que pueden practicarse sin movilizar masas y para el cual, dicho sea de paso, los defectos organizativos del anarquismo resultan un serio obstáculo.)

Los movimientos estudiantiles de los últimos años han sido como movimientos anarquistas, por lo menos en sus primeras etapas, en tanto que han consistido no en organizaciones de masas, sino en reducidos grupos de militantes que movilizan de vez en cuando a las de sus compañeros estudiantes. Se han visto obligados a mantenerse sensibles al estado de ánimo de estas masas y a los momentos y cuestiones que permiten la movilización de las mismas.

En los Estados Unidos, por ejemplo, pertenecen a un tipo primitivo de movimiento y sus debilidades son obvias: falta de teoría, de perspectivas estratégicas elaboradas en común, de capacidad de rápida reacción táctica a escala nacional. Al mismo tiempo es dudoso que cualquier otra forma de movilización hubiera podido crear, mantener y desarrollar en los Estados Unidos un movimiento estudiantil nacional tan poderoso en la década de los sesenta. Sin duda, esto no podría ser obra de los pequeños grupos disciplinados de revolucionarios de la vieja tradición —comunistas, trotskistas o maoístas, que constantemente tratan de imponer sus ideas y perspectivas particulares sobre las masas y, al actuar así, logran más a menudo aislarse que movilizarlas.

Éstas son las lecciones que deben extraerse no tanto de los anarquistas de hoy, cuya práctica raramente alcanza grandes dimensiones, cuanto del estudio de la experiencia histórica de los movimientos anarquistas. Son particularmente valiosas para la situación actual, en que los nuevos movimientos revolucionarios han tenido a menudo que ser edificados sobre las ruinas de los anteriores y a partir de éstas. Porque, no nos engañemos: la potente “nueva izquierda” de años recientes es admirable, pero en muchos sentidos es no sólo nueva, sino también una regresión a una forma anterior más débil, menos desarrollada del movimiento socialista y mal dispuesta o incapaz de beneficiarse de los principales logros de los movimientos obreros y revolucionarios internacionales del siglo comprendido entre el Manifiesto Comunista y la guerra fría.

Las tácticas derivadas de la experiencia anarquista son un reflejo de este relativo primitivismo y esta debilidad, aunque en tales circunstancias sean las mejores que se pueden aplicar durante un tiempo. Lo importante es saber cuándo se han alcanzado sus límites. Lo que ocurrió en Francia en 1968 se pareció menos a 1917 que a 1830 o a 1848. Es estimulante descubrir que en los países desarrollados de la Europa occidental de nuevo es posible algún tipo de situación revolucionaria, aunque momentánea. Pero igualmente sería poco razonable olvidar que 1848 es el gran ejemplo de una revolución europea espontánea victoriosa y al mismo tiempo el de su rápido y completo fracaso.

[1] Se puede ilustrar esta complejidad mediante un caso tomado de la historia del anarquismo. Procede del valioso estudio de J. Martínez Alier sobre los campesinos sin tierra andaluces en 1964-1965. [Se trata de La estabilidad del latifundismo, París, Ruedo Ibérico, 1968. (N. del T.)] A partir de los cuidadosos interrogatorios del autor queda claro que los campesinos sin tierra de Córdoba, base tradicional de masas del anarquismo rural español, no han cambiado de ideas desde 1936 salvo en un punto. Las actividades sociales y económicas incluso del régimen de Franco les han convencido de que el estado no puede ser simplemente rechazado, sino que tiene algunas funciones positivas. Esto puede contribuir a explicar por qué ya no parecen anarquistas.




Friday, September 27, 2013

MANIFIESTO POLITICO ELECTORAL DEL FRENTE DE IZQUIERDA DE LOS TRABAJADORES DE ARGENTINA



Las elecciones de renovación legislativa 2013 tienen lugar en el marco de tendencias a una crisis de conjunto, en el marco del fin del ciclo kirchnerista armado para desviar la rebelión popular de 2001. En el plano económico, se manifiestan las tendencias a una nueva crisis de deuda -después de haberla pagado religiosamente durante una década-, una inflación creciente, una deuda pública récord, el paulatino vaciamiento del Banco Central y de la Anses y una desvalorización internacional del peso. Argentina se encuentra, otra vez, en el rumbo de un nuevo viraje de la política económica, que tendrá consecuencias graves, otra vez, para los trabajadores.

La clase capitalista reclama que se ponga fin al ‘cepo’ cambiario y otras regulaciones del Estado, que se proceda a una fuerte devaluación del peso y que puedan recuperar la libertad de entrada y salida de capitales y la posibilidad de acceder al endeudamiento internacional; reclaman la generalización del acuerdo con Chevron.

A través de algunos de sus políticos (como Scioli, Massa, Macri o De la Sota) buscan conciliar ese programa con una “transición ordenada”, para evitar la repetición del 2001. En realidad, quieren que sea el gobierno K el que cargue con las “tareas pendientes” del ajuste.

Los trabajadores, por su parte, protestan contra una carestía cada vez mayor que afecta el poder de compra del salario, y jubilaciones de hambre; contra los impuestos directos e indirectos a los ingresos del trabajo y contra la precarización laboral, la desocupación, el déficit y carestía de las viviendas y el derrumbe de la atención de la salud y la educación. En perspectiva, los grandes capitales, de un lado, y los trabajadores, del otro, volverán a enfrentarse para definir: quién paga los costos de la crisis.

En el plano político asistimos a la fractura del partido oficial, el kirchnerismo; por un lado, ha habido un éxodo de intendentes K, por el otro, han aflorado choques al interior de la camarilla que sigue con CFK. Hay fricciones generalizadas en los diversos niveles del Estado (gobernadores e intendentes e incluso en los aparatos de seguridad). El gobierno ha establecido un sistema de espionaje especial contra los movimientos populares y procura devolver protagonismo político a las fuerzas armadas. Un represor de la dictadura ha sido designado comandante del ejército, lo cual ha generado u repudio generalizado, incluso en el oficialismo.

La marcha del proceso político argentino tiene como telón de fondo a la crisis mundial capitalista. El capitalismo mundial descarga cada vez más la crisis contra las masas, por un lado destruyendo conquistas y derechos y, por otro lado, por medio de una represión creciente, intenta acallar las rebeliones populares.

El Frente de Izquierda saluda y apoya la lucha de toda la clase obrera mundial contra el capitalismo imperialista y sus gobiernos. Y destaca la lucha del pueblo de Brasil y la juventud de Chile. En la Argentina, y más allá de las políticas de las direcciones burocráticas del movimiento obrero, las grandes huelgas y manifestaciones contra el impuesto al salario, lograron imponer un recule al gobierno kirchnerista. Se desarrolla un despertar de la clase trabajadora y la juventud que abarca a todo el continente y se expresan en la oposición de masas creciente a los gobiernos de Dilma o Evo Morales, así como también en Chile.

Como expresión de este desarrollo histórico se ha producido el crecimiento de la izquierda combativa y anticapitalista en Argentina, que sacó en las primarias recientes casi un millón de votos -el doble de hace dos años. Este “ascenso de la izquierda” ha proseguido en las semanas siguientes: se ha manifestado en las elecciones estudiantiles en la UBA, sindicales y de delegados de empresas; en colegios y universidades; en el campo cultural. Se desarrolla la posibilidad de que los trabajadores encuentren la expresión política adecuada para enfrentar la nueva etapa.

Llamamos a votar al Frente de Izquierda y de los Trabajadores con la conciencia de que se trata del desarrollo de una alternativa política de los trabajadores y de una respuesta política del pueblo laborioso a la nueva crisis capitalista. La tribuna parlamentaria del Frente de Izquierda servirá a la educación y al desarrollo de una conciencia de clase de los trabajadores; a la denuncia de las conspiraciones del imperialismo y las patronales nativas contra el pueblo, a través del aparato estatal; al reforzamiento de la lucha de los trabajadores y la juventud, y para impulsar las luchas y movilizaciones de carácter político.

Utilizaremos la tribuna electoral para fortalecer la lucha, al servicio de las huelgas y la movilización extraparlamentaria en las calles de los trabajadores y la juventud, y como un medio más para el objetivo estratégico de derrotar a los capitalistas y su Estado mediante la revolución social.

La deuda eterna

La Presidenta se ha jactado de haber pagado, en la década, 173 mil millones de dólares de deuda externa -de ser, dijo, “una pagadora serial”. Lo que omitió fue que, mientras tanto, la deuda pública (externa e interna) ha subido casi cien mil millones de dólares, hasta alcanzar una cifra que supera largamente los doscientos mil millones de dólares. Desde 1975, Argentina ha pagado unos seiscientos mil millones de dólares y aún tiene una deuda descomunal. Estamos claramente ante una deuda usuraria, que crece como consecuencia de una continua capitalización de intereses que no se logran pagar. El saqueo del país ha alcanzado hace mucho un carácter delictivo. En este negociado ha intervenido la gran banca internacional, pero por sobre todo los capitalistas nacionales, que siempre han tenido en su poder la mayor tajada de esa deuda. Esto explica la conducta ‘serial’ de todos los gobiernos de los últimos cincuenta años.

Para proceder a ese pago ‘serial’, el gobierno ‘nacional y popular’ ha ido vaciando al Banco Central y a la Anses. Esto explica que el 75% de los jubilados cobre un 25% del costo de la canasta familiar. El gobierno K ha tomado dinero de estas instituciones a cambio de títulos públicos que nunca serán cancelados, sino refinanciados en forma indefinida. Esos títulos públicos están contabilizados a una valuación teórica, no la real. Ahora mismo, el gobierno está vendiendo los títulos heredados por la Anses de las AFJP a precio vil, con el bastardo propósito de bajar la cotización del dólar. La Anses tiene en su poder el monto mayor de la deuda en pesos, que se licúa como consecuencia de la inflación y de la indexación por los valores del IndeK. El ‘pago serial’ está llevando a la bancarrota al sistema jubilatorio y monetario.

El ‘relato’ del ‘desendeudamiento’ es simplemente una patraña. La reducción de la deuda externa, postulada por la reestructuración de 2005, ha sido una ficción, pues con el agregado de los llamados ‘cupones del PBI’, no ha variado en absoluto. Ha servido, solamente, para ‘estabilizar’ las relaciones con los acreedores capitalistas, a costa de los trabajadores. El resultado es que se asiste a una potencial cesación de pagos, en el marco de una crisis inminente con los llamados fondos buitres. La viga maestra de lo que pretendía ser ‘la reconstrucción de la burguesía nacional’, ha resultado una farsa. El gobierno que subió en 2003 para actuar como síndico de la bancarrota de 2001/2, enfrenta ahora otra crisis, que requiere un nuevo síndico, que será seleccionado, antes de 2015, por vía electoral o extra electoral. El fracaso descomunal del blanqueo de capitales (‘cedin’) constituye un voto abierto de desconfianza en el gobierno, por parte del capital nacional e internacional. Es otra expresión del cambio de frente de la mayor parte de los grandes empresarios y banqueros nacionales y extranjeros que ha apoyado al kirchnerismo, con altas y bajas, durante una década.

El déficit fiscal, para pagar la deuda externa y otorgar toda clase de subsidios a las patronales es la causa principal de la inflación que empobrece a los trabajadores. El gobierno financia también ese déficit con la confiscación de los fondos de la Anses, y las patronales se valen de la llamada ‘libertad de empresa’ para subir los precios y especular con la inflación.

El otro ‘relato’ mistificador es el de la “redistribución” de ingresos. Los síndicos de la bancarrota de 2001/2, se encargaron de acentuar la precariedad laboral, con el pretexto de ‘crear empleos’. Incluso con este recurso, la desocupación sigue muy elevada -del 15% si se incorpora al cálculo a los trabajadores de los ‘planes’, y aún más con los subocupados. Esto explica el elevado nivel de pobreza -un 70% si se toma a la canasta familiar, un 35% debajo de la canasta básica. La asignación por hijo, concebida y financiada por el Banco Mundial, apunta a sostener una asistencia social de hambre por tiempo prolongado. Reivindicamos el “trabajo para todos” (reparto de las horas de trabajo) y un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar.

La pobreza estructural incluye el derrumbe de la atención de salud y la educación, y el descomunal encarecimiento de la salud privada. El Frente de Izquierda plantea la defensa de la educación y salud pública; una educación nacional única, estatal, gratuita y laica; y un sistema nacional de salud pública y universal, a cargo del Estado, ambos bajo la dirección de los trabajadores. Reclamamos la apertura de los libros de las obras sociales y de la medicina privada. Rechazamos la estatización de las obras sociales (en gran parte pantallas de la medicina privada), por parte del Estado capitalista, pues no sería más que un paso hacia la privatización integral de la salud.

El Frente de Izquierda plantea el no pago de la deuda externa usuraria; la determinación de los responsables de este negociado, con el resarcimiento correspondiente; y el establecimiento de un impuesto extraordinario a los grandes capitales hasta cubrir la confiscación de activos sufrida por el Banco Central y la Anses.

Privatizaciones y nacionalizaciones

La función más importante de la sindicatura que formaron Duhalde-Lavagna-Kirchner, fue proceder al salvataje de las privatizaciones del menemismo y de los bancos de la quiebra. Para ese fin se apeló a un fenomenal sistema de subsidios. La consecuencia principal del operativo ha sido (junto con el pago de la deuda pública) la crisis económica, que financian, precisamente, la Anses y el Banco Central. El congelamiento de las tarifas fue un fenomenal obsequio a la burguesía nacional y extranjera, porque abarató servicios que utiliza y los salarios nominales, que quedaron abajo de los que habría requerido una canasta familiar más elevada.

La precariedad de este rescate se manifestó en la crisis de inversiones de los servicios y en nacionalizaciones aisladas, la principal de las cuales fue la de las AFJP, que fue puesta al servicio del pago de la deuda externa. El vaciamiento de la Anses para el pago de la usura internacional es un ejemplo extraordinario de la utilización de las nacionalizaciones para rescatar al capital, mediante la confiscación de los ingresos de los trabajadores .Como consecuencia de esto, la Anses quedó convertida en una AFJP estatal, que condiciona el nivel de las jubilaciones al pago de la deuda y a los subsidios financieros al capital. Otras estatizaciones (agua, aerolíneas), han reforzado la crisis fiscal.

Las ‘nacionalizaciones’ subieron un escalón con la expropiación parcial de Repsol (sujeta a indemnización en tribunales internacionales) y con una intervención creciente en el sistema ferroviario luego del asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra, la rebelión de miles de tercerizados ferroviarios y la masacre de Once. Se trata de nacionalizaciones ficticias e incluso de reprivatizaciones (Chevron). La expropiación parcial de YPF, que el Frente de Izquierda denunció desde el primer momento, ha iniciado un camino de profundización de la entrega de los hidrocarburos al capital extranjero, un avance en la contaminación ambiental y un giro completo hacia el endeudamiento en los mercados internacionales. Denunciamos el aumento imparable de las tarifas que cobran las petroleras; el derecho a que cobren precios internacionales; la tajada creciente que acaparan de la renta gasífero-petrolera; y el avance gigantesco de la contaminación ambiental. Planteamos un resarcimiento inmediato por el enorme pasivo ambiental dejado por estos monopolios.

El Frente de Izquierda denuncia las pseudo nacionalizaciones realizadas y las que se anuncian, como una política de rescate del capitalismo, a costa de una crisis fiscal mayor, e incluso al servicio de los negociados K (como los de La Cámpora en Aerolíneas), que será pagada por los trabajadores. Las nacionalizaciones burguesas han servido para atar aún más profundamente a la burocracia sindical al Estado y a las patronales, e incluso a sus negocios. Es necesario distinguir la nacionalización burguesa, que procura el rescate del sistema capitalista y de los empresarios a los cuales se asocian (TBA, Metrovías, Repsol, entre otros), de la nacionalización que efectivamente convierte a la explotación privada en un verdadero servicio estatal público al servicio del pueblo trabajador. En este caso la nacionalización o reestatización debe ser sin resarcimiento al capital (en realidad, el resarcimiento debe ser del capital al poder público) y operar bajo el control y la gestión de los trabajadores, con un financiamiento a través de impuestos extraordinarios al gran capital.

El Frente de Izquierda impulsa la renacionalización del 100% de YPF y todas las empresas petroleras. En el caso del gas y el petróleo se trataría de una medida de emergencia nacional, para revertir el vaciamiento capitalista operado en las dos décadas pasadas. Planteamos un plan nacional energético controlado por los trabajadores. luchamos por la reestatización de todas las privatizadas bajo control, administración y gestión de los trabajadores y usuarios. Proponemos una verdadera reestatización de todo el sistema ferroviario y de subtes bajo el control y gestión de los trabajadores y de los usuarios. Impulsamos la nacionalización de los monopolios capitalistas, bajo la dirección de los trabajadores, en especial de la banca y el comercio exterior y la gran propiedad agraria. Los monopolios capitalistas son una expresión del agotamiento relativo del desarrollo capitalista (‘libre competencia’), y un método de expropiación económica, por parte del capital monopolizado, esencialmente contra los trabajadores. Una política de nacionalizaciones así entendida, debe ser preparada metódicamente por medio de la apertura de los libros de las grandes empresas bajo el control y una planificación de los trabajadores urbanos y rurales. Lo que importa en las nacionalizaciones es que sean una transición hacia la gestión de la economía por parte de los trabajadores y, por esta vía, a una planificación del desarrollo nacional. Esta perspectiva plantea el gobierno de los trabajadores y el pueblo explotado.

Que la crisis la paguen los capitalistas, y no los trabajadores

La tendencia a la cesación de pagos, la crisis fiscal, la inflación y la carestía, son testimonio de la crisis del intervencionismo ‘nacional y popular’. Lo mismo ocurre con el fracaso del ‘cepo’ cambiario y del comercio, y del blanqueo de dinero ilegal (‘Cedin’).

El gobierno busca aminorar el peso de una derrota electoral en octubre con medidas cosméticas. Es el caso de la suba del mínimo no imponible al impuesto al salario, que será devorado rápidamente por la inflación y deja gravados a más de un millón de trabajadores. La represión en Neuquén para sellar el pacto secreto con Chevron, la designación del represor Milani en el Ejército o el nombramiento de un personaje de la ‘mano dura, como Granados en Buenos Aires, ha derrumbado definitivamente el pretendido progresismo K. El gobierno K piensa cómo serán los próximos meses con menos poder, donde debería aplicar un ajuste que podría incluir aumentos en las tarifas y menos “gasto social”. Lo mismo harían los gobernadores, sean del color que sean. Están tirando todo para después de las elecciones, mientras millones siguen en la pobreza y sin divisar ninguna solución a los graves problemas sociales. Más allá de que pretendan una transición ordenada, una salida capitalista a la crisis implicará golpes contra el pueblo trabajador, como hemos visto históricamente con el Rodrigazo, la hiperinflación, el “corralito” o la devaluación de Duhalde-Lavagna.

Por su parte, la oposición patronal de los Sergio Massa, Binner-Alfonsín o Macri, acompañan en lo esencial las políticas propatronales del gobierno. Todos votaron, salvo algunas excepciones, la apertura del canje para pagar la deuda externa a los fondos buitres. Todos gobernaron o gobiernan para los grandes empresarios y multinacionales.

Aunque con matices diferentes, todos los partidos opositores, sin excepción, y en especial el FAP y Unen, reclaman una mayor devaluación del mercado oficial de cambios, probablemente precedida por una devaluación en el cambio financiero. El resultado sería el aumento colosal de la deuda externa medida en pesos, que agravaría la crisis fiscal, y una gigantesca desvalorización de los salarios y los ingresos fijos, y de los activos de la Anses. Postulan, asimismo, una liberación de tarifas, con consecuencias letales para los salarios. El método capitalista convencional para contener la hiperinflación que resultaría de estas medidas, es el llamado ‘enfriamiento’ de la economía, o sea una mayor desocupación. La expectativa es generar una corriente de ingresos de los capitales del exterior.

El gobierno va en esa misma dirección. Lo muestra la suba del dólar oficial y el blue cercano a los diez pesos. La devaluación del peso oficial marcha a un ritmo superior a la inflación de precios. El acuerdo secreto con Chevron prevé la libertad para girar capitales y dividendos y recibir precios internacionales en el mercado interno. La reapertura del canje con los fondos buitres implica también un desmantelamiento de la política intervencionista, porque requiere el ingreso de capitales externos para hacer frente a un aumento considerable de la deuda externa. Una corriente muy fuerte, en el gobierno, viene planteando el desdoblamiento (devaluación) del mercado cambiario, como ya ocurre con el ‘Cedin’. Es necesario advertir que la ley que reforma el mercado de capitales, busca desarrollar las condiciones para convertir a la Bolsa local en el escenario que acoja al capital financiero internacional, en una escala similar a Brasil. Todo esto lleva a una megadevaluación del peso.

El Frente de Izquierda advierte contra esta tentativa común a todos los partidos del sistema, para hacerle pagar la crisis a los trabajadores. Planteamos el ajuste mensual de salarios y jubilaciones; la ocupación de toda empresa que suspenda, despida o cierre; el no pago de la deuda externa; un impuesto extraordinario a los grandes capitalistas para enjugar la crisis fiscal y pagar la deuda del Estado con la Anses y el Banco Central.

Represión e inseguridad

Apenas asumió Cristina con el 54% de los votos en 2011, lo primero que aprobó en el parlamento por orden del imperialismo fue la ley antiterrorista, para perseguir a los luchadores y seguir la criminalización de las luchas.

Desde la bancarrota de 2001/2 se han acentuado las medidas de excepción que sirvieron para rescatar bancos, AFJPs y privatizadas, y para expropiar a ahorristas y asalariados. Desde la crisis mundial, a partir de 2008, este método se acentuó. Luego de fracasar en los intentos de gobierno de centroizquierda o con la famosa transversalidad de los Cobos, el oficialismo acentuó sus rasgos bonapartistas, en una etapa avanzada de su declinación. Actuó sobre una amplia coalición inestable, que va de caudillos provinciales derechistas como Insfrán hasta organizaciones como el Movimiento Evita y la Tupac Amaru. A pesar de contar con mayoría parlamentaria, se agudizó el gobierno por decreto o resoluciones de la AFIP y del abuso de la cadena nacional y del favoritismo a los medios ‘amigos’. La precariedad de este tipo de gobierno quedó en evidencia en los fallos judiciales que han venido favoreciendo al grupo Clarín. La crisis política es ya una crisis de Estado.

El Frente de Izquierda le opone a este estado de excepción y de crisis, y al gobierno por medio de decretos -como la expresión de una crisis de gobierno y de sistema político- el gobierno de los trabajadores enraizado en todos los planos de la gestión social y política, basado en la autoorganización obrera y popular. Se trata de iniciar un proceso de transición hacia el socialismo y la abolición de toda forma de discriminación y explotación social. La ‘defensa de la República’, que esgrime la oposición tradicional, es pura hipocresía, pues toda ella ha gobernado siempre a espaldas de su propia Constitución (‘pacto de Olivos’, gobierno de facto de Duhalde, gobierno minoritario en 2003, decretos de necesidad y urgencia). La Constitución es una hoja de parra de la arbitrariedad, ya que el cincuenta por ciento de la legislación nacional es oriunda de la dictadura, al igual que la burocracia militar, judicial y represiva del Estado. Los gobiernos que emergieron desde 1983 reivindicaron la continuidad jurídica de la dictadura militar, en especial los compromisos internacionales políticos, militares y económicos, como el pago de la deuda. Los archivos de la dictadura no han sido abiertos. Las fuerzas armadas, que no han sido tocadas en absoluto, ofician de fuerza de ocupación en Haití, al servicio del imperialismo norteamericano.

La cuestión de la ‘seguridad’ es otra manifestación mayor de la descomposición del Estado, porque oculta el maridaje entre los aparatos de seguridad y los punteros y partidos del sistema, de un lado, y las organizaciones delictivas, del otro. Este maridaje se ve todos los días en cada barrio popular y quedó claramente expuesto en el asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra. Sirve para victimizar a los jóvenes sin empleo y para justificar el ‘gatillo’ fácil. La alternativa ofrecida por el ‘progresismo’ oficialista -”la seguridad democrática”- consistió en privilegiar el espionaje contra las organizaciones populares, con el pretexto de “prevenir para no reprimir”. Ahora se propone crear ‘policías municipales’ y bajar la edad de imputabilidad. Esto significa, ni más ni menos, que entregar la seguridad ciudadana al sector más entrelazado con las diversas organizaciones del delito, incluida la trata de personas: nos referimos a los intendentes.

El nombramiento de César Milani, como jefe del ejército, es mucho más que un blanqueo de un genocida. Es una clara tentativa de devolver protagonismo político a las fuerzas armadas, un propósito que los distintos gobiernos persiguen desde 1983, con la obediencia debida, el punto final y el indulto. Ahora se invoca el apoyo del Ejército al “proyecto nacional y popular”. La ‘re-integración’ de las fuerzas armada apunta a reforzar las tareas de espionaje y la capacidad de represión del Estado frente a la crisis. Las fuerzas armadas argentinas se vienen entrenando en este menester, desde hace una década, en Haití. ¡Fuera el ejército de Argentina y de América Latina (con excepción de Venezuela y Cuba) de Haití!

El Frente de Izquierda llama a la organización popular en los barrios y en los lugares de trabajo y estudio, para combatir el ‘gatillo fácil’ y la trata de personas. Para combatir la penetración del narcotráfico, con apoyo policial, en los barrios, o sea la complicidad policial y política con el delito organizado. No a las policías municipales de los intendentes de la corrupción y el delito: para acabar con el aparato de punteros, es necesario poner fin a la miseria social que causa el capitalismo y reemplazar el aparato de represión de este Estado, que está al servicio de los explotadores, por organizaciones de los trabajadores mismos en el camino de la lucha por su propio gobierno. Abajo el Proyecto X, y el espionaje y la infiltración a las organizaciones populares. Por la disolución de todos los órganos de inteligencia puestos para espiar e infiltrar a las organizaciones populares.

La Izquierda al Congreso, a las legislaturas, a los concejos

El Frente de Izquierda aspira a ingresar a los Parlamentos del país, para desarrollar una alternativa política de los trabajadores.

Para convertir a los parlamentos en tribuna política, denunciar al contubernio entre los capitalistas, su régimen y sus partidos, y para desarrollar las luchas y la movilización extraparlamentaria de los trabajadores y el pueblo. Para poner nuestros diputados, legisladores o concejales al servicio de las luchas obreras, populares y juveniles, como ya lo venimos haciendo con nuestros legisladores y concejales en Córdoba, Neuquén, Salta y Santa Fe. Para propagandizar y agitar en los métodos del gobierno de los trabajadores. Una votación aún mayor por el Frente de Izquierda, más allá del casi millón de sufragios de las primarias será, por sobre todo, un estímulo poderoso para la organización masiva contra los ajustes que se preparan para después de los comicios.

En contraste con el desarrollo de la izquierda combativa y socialista, el país asiste a la desintegración de la llamada “izquierda plural”, integrada a la llamada centro izquierda (Pino Solanas, Libres del Sur) con claros vínculos con los representantes del capital bancario y sojero (Prat Gay, Binner, UCR). Lo mismo ha ocurrido con las tendencias que, bajo el disfraz del chavismo, dedicaron lo mejor de su tiempo al apoyo del kirchnerismo. El ascenso de la izquierda es el resultado de una experiencia política de conjunto.

El Frente de Izquierda impulsa la independencia política de clase de las organizaciones populares y en especial de los sindicatos respecto al Estado. Fuera la burocracia sindical de los sindicatos, por la formación de direcciones clasistas para transformar los sindicatos e imponer la democracia sindical. Peleamos por incluir a los trabajadores desocupados, contratados y precarios dentro de los sindicatos e impulsamos la más amplia autoorganización obrera y popular. La unión de la izquierda revolucionaria con el movimiento obrero convertirá a los trabajadores en una fuerza dirigente, el primer paso para cambiar la historia del país y abrir la perspectiva de la revolución y del la transición al socialismo en el país y en el mundo.

Plataforma de reivindicaciones urgentes

* Abolición del impuesto directo al salario y a las jubilaciones; eliminación del IVA; ningún impuesto a la vivienda única del trabajador.

* Por un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar; por el 82% móvil en las jubilaciones; empezando por el cumplimiento integral de los fallos judiciales a favor de los jubilados.

* Fuera las ART, por comisiones de seguridad e higiene, organizadas democráticamente por los propios trabajadores. Abolición del trabajo precario y en negro; incorporación de todos los trabajadores, en cada empresa, a las convenciones colectivas con cláusulas más favorables.

* Fuera el gobierno de la Anses: por una dirección electa y revocable por los trabajadores y jubilados.

* No pago de la deuda externa; por un impuesto extraordinario a los grandes capitales para rescatar los activos en poder de la Anses y el Banco Central.

* Fuera Chevron, no al ‘fracking’, no a la explotación minera de cielo abierto; resarcimiento por los daños ambientales; nacionalización de estas industrias, bajo control de los trabajadores.

* Basta de servicios públicos deplorables, y masacres con muertes y corrupción. Por la reestatización de los trenes y subtes bajo control y gestión de los trabajadores y usuarios.

* Anulación de la reforma judicial kirchnerista. Elección popular de los jueces y fiscales.

* Que todo legislador, funcionario estatal o juez gane lo mismo que un obrero especializado o un maestro. Revocabilidad de todos los funcionarios electos. Elegibilidad de todos los directores de empresas públicas.

* Por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.

* No a la baja de la edad de imputabilidad.

* Por una campaña nacional de las organizaciones obreras y populares por el desmantelamiento, juicio y castigo de las organizaciones de trata: por el apoyo a todos las movilizaciones contra ‘los hijos del poder’, que son responsables de la desaparición y asesinato de mujeres.

* Por la independencia de los sindicatos del estado; democracia sindical; fuera la burocracia. por la más plena democracia sindical; por el derecho de los trabajadores a organizarse sin ingerencia y control estatal.

* Fuera las Fuerzas Armadas de Haití. Por el apoyo a la rebelión obrera y popular en todo el mundo, que crece y se extiende con el avance de la crisis capitalista.

Llamamos a los trabajadores, a la juventud, a los sectores populares y a los que se reivindican de la izquierda a sumarse y apoyar la campaña por el voto al Frente de Izquierda el 27 de octubre.

Frente de Izquierda y de los Trabajadores (Partido Obrero – PTS – Izquierda Socialista)




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Sunday, September 22, 2013

LA LUCHA DE CLASES SOCIALES: MAS QUE UN CONCEPTO PASADO DE MODA. LAS LUCHAS DE LAS CLASES SOCIALES SON EL MOTOR DE LOS ACONTECIMIENTOS HISTORICOS. TOMADO DEL BLOG EL AMIGO DEL PUEBLO ESCRITO POR CLAUDIO CAAMAñO EN EL 29 DE AGOSTO, 2013



Por Claudio Antonio Caamaño Vélez
claudiocaamano@gmail.com / @claudiocaamano

Últimamente he estado leyendo la Colección de Estudios Sociales del Prof. Juan Bosch. Excelente material. Me sorprende lo lejos que están nuestros actuales gobernantes de las ideas de quien dicen ser discípulos.  En estos momentos de luchas sociales y luchas políticas es importante conocer bien en qué bando está uno y por qué está luchando.  Dice el Prof. Bosch: "los luchadores que no comprenden verdaderamente por qué luchan son fáciles de engañar y de derrotar". Las luchas sociales y políticas son invariablemente luchas de clases.  

La clase social a la que alguien pertenece no se determina por el dinero que esta gana o el nivel de vida que lleva, si no por el lugar que esta ocupa en las relaciones de producción. Las clases sociales son dos: los dueños de los medios de producción (capitalistas o burgueses), y los que venden su fuerza de trabajo (obreros o proletarios).  Para entender mejor esto pondré un ejemplo: en una sucursal bancaria tanto la gerente  como la que sirve el café forman parte de la misma clase social. 

Me explico, aunque al terminar la jornada una se irá en un lujoso vehículo y la otra se irá en carro-publico, ninguna es dueña del banco, solo disponen de sus cuerpos y su tiempo, es decir, venden su fuerza de trabajo. En un caso una fuerza monetariamente más valorada  que en el otro, pero ambas venden su fuerza de trabajo, esa es la relación de producción que ocupan.  ¿Qué importa esto? Las luchas de clases son el motor de los acontecimientos históricos. Si no tomamos conciencia de clase, que es saber a qué clase pertenecemos y lo que eso implica, entonces estaremos dando tumbos sin poder ver el objetivo y cambiar nuestra realidad.

El actual sistema político es servil de la clase explotadora (capitalista o burguesa), y por ende sus políticas (entiéndase leyes, proyectos, planes de desarrollo, etc.) van dirigidas, aunque no lo notemos a simple vista, a beneficiar esa clase, y lógicamente en perjuicio de la clase explotada.  En un próximo escrito explicaremos mejor esto último. Por el momento me gustaría dejar claro que los que ocultan esta verdad lo hacen con el propósito de que los que sufren las consecuencias de esta lucha de clases nunca lleguen a comprender por qué razón son explotados."

En mi anterior artículo, titulado “Lucha de clases: más que un concepto pasado de moda” iniciamos a abordar el tema de la lucha de clases y la importancia de saber a cual se pertenece y lo que eso implica, es decir: tomar conciencia de clase.  Quedé en explicarles cómo el actual sistema político es servil de la clase explotadora (capitalista o burguesa), y cómo eso perjudica a la clase explotada (obrera o proletaria). Es importante haber leído el anterior escrito para entender éste.  

El sistema político actual está protagonizado por personas que proceden de la clase proletaria (que no posee medios de producción), pero que renegando ese origen se han puesto al servicio de la clase burguesa (los dueños de los medios de producción), lo cual los convierte en desclasados, o, dicho de otro modo, traidores de su clase. También están los que, procediendo de la clase explotadora, han tomado un discurso demagógico para ganar el favor de la clase a la que inclementemente explotan. Expongo esto para dejar claro algo: el sistema político actual representa los intereses la burguesía.

¿Qué importancia tiene esto? Mientras más bajo sea el poder adquisitivo de la población, más barata será la mano de obra que los capitalistas tendrán en sus empresas y mayores sus beneficios. Para decirlo de otro modo, la miseria del pueblo es parte de la rentabilidad de la clase explotadora. Si el salario  mínimo fuera de 25 mil pesos (en consonancia con la canasta básica), muchas de sus empresas quebrarían, tampoco podrían tener sirvientas, choferes, niñeras, etc., pues tendrían que pagarle “mucho”.  

La clase proletaria desea (y lucha por) un país con más justicia social, en el cual la brecha social (diferencia económica) entre ricos y pobres no sea tan grande. Pero es precisamente esa gran brecha la que permite a la clase burguesa una gran cantidad de privilegios, a los que no está dispuesta a renunciar, y que se esfuerza por mantener. Lo que los obreros luchan por destruir, los burgueses luchan por perpetuar. Ahí está la lucha de clases.  Más adelante les hablaré de cómo el desarrollo del turismo, de las zonas francas y de las infraestructuras viales responde a intereses de la clase capitalista y no de la clase proletaria, contrario a que usualmente nos proyecta de la propaganda de los gobiernos del actual sistema político.







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Friday, September 20, 2013

LA UNICA SOLUCION REALISTA Y CIENTIFICA Y REAL PARA DESTRUIR DEL PODER A LA OLIGARQUIA ANTI-TRUJILLISTA Y ANTI-COMUNISTA TRADICIONAL DE SANTIAGO Y DE LA CAPITAL QUE SE HA ROBADO TODA LA RIQUEZA DEL PAIS DESDE EL 1961 HASTA EL DIA DE HOY, ES UNA GUERRA POPULAR, MEDIANTE EL USO DE ARMAS DE GUERRAS MODERNAS COMO TANQUES DE GUERRAS, MISILES, AMETRALLADORAS, ETC. DE LAS CLASES POBRES Y OPRIMIDAS DEL PAIS, EN CONTRA DE LOS PARTIDOS REPRESENTANTES DE LA OLIGARQUIA OPRESORA (PLD Y PRD). LAS ELECCIONES Y LA VIA PACIFICA ES UN ENGAñO !!



Los dominicanos revolucionarios necesitamos armas de guerra para una revolucion popular en el pais, con ametralladoras Gatling gun como la que esta usando Arnold Shwarznegger en esta escena de esta pelicula revolucionaria El Despredador


La guerra popular como teoria militar de las clases oprimidas de la Republica Dominicana deberia ser el sendero por el cual se va tener que transitar irremediablemente para la conqusista del poder para la clase obrera y los pobres del pais. Otro camino a él es solo crear falsas ilusiones, han habido la más variada experiencias de reformismo burgues, de vias pacificas al socialismo y la lección a sido de todo esas variadas "tacticas" un rotundo fracaso por su misma concepcion de clase y por el problema del revisionismo enquistado en las filas de las clases oprimidas y de las clases obreras, que solo ha hecho desviar el camino de la liberacion de los pobres, la liberacion del pueblo en general hacia una vida de estandard de clase media, lo que ha generado caos, confusion y frustracion en contra de esa izquierda falsa que es la izquierda que predica que se puede llegar al socialismo atraves del sistema electoral capitalista que tenemos en el pais de la Junta Central Electoral. 

LOS DOMINICANOS DEBEN ENTENDER QUE LA CONSTRUCCION DE UN GRAN PARTIDO POPULAR EN EL PAIS ES PARA LA TOMA DEL PODER MEDIANTE EL USO DE LAS ARMAS DE GUERRAS, MEDIANTE UNA GUERRA POPULAR DE LOS DOMINICANOS PROGRESISTAS EN CONTRA DE LOS DOMINICANOS QUE APOYAN AL PLD Y AL PRD. OTRA REALIDAD, OTRA MANERA DE CAMBIAR LAS COSAS EN EL PAIS ES UN ENGAñO

Para construir un nuevo modelo de producción, eso es una nueva forma de fuerzas productivas y relaciones productivas que emanan de ellas y determinan la estructura social, se debe necesariamente colisionar con el antiguo modelo de producción, eso es sus respectivas fuerzas de producción y la configuración social que implican. A la clase dominante de hoy en día le sucedió ésto con el modelo feudal: con la construcción espontanea del modelo burgués de producción se entró necesariamente en el enfrentamiento consciente con el viejo modelo de producción, al cual se le posicionaba de frente el inicio de un nuevo modelo engendrado de sus entrañas, que le gritaba necesariamente su muerte.


Los dominicanos necesitamos aviones de guerra Sukhoi, y tanques de guerra para poder destruir el capitalismo en la Republica Dominicana

La Revolución Francesa, y las europeas que le sucedieron, demostraron la culminación de este enfrentamiento, donde la burguesía conquistó definitivamente el poder político para afianzar su modelo de producción encima de las cenizas del antiguo modelo. Tanto por la sociedad que emana del antiguo modelo de producción como por las clases dominantes de dicho modo productivo, el surgimiento de un nuevo modelo de producción, que rompe radicalmente con el antiguo en todos los sentidos, debe derrocar cuanto antes a su padre. En palabras de Iósif Stalin ―dejando aparte el debate sobre su persona y su gestión, pues hizo algunos aportes teóricos muy significativos que no tienen porque ser omitidos―, «estos cambios revisten generalmente la forma de un derrocamiento revolucionario de las viejas relaciones de producción para dar paso a la instauración de otras nuevas. 

Hasta llegar a un cierto período, el desarrollo de las fuerzas productivas y los cambios que se operan en el campo de las relaciones de producción discurren de un modo espontáneo, independientemente de la voluntad de los hombres. Pero sólo hasta un determinado momento, hasta el momento en que las fuerzas productivas que surgen y se desarrollan logran madurar cumplidamente. Una vez que las nuevas fuerzas productivas están en sazón, las relaciones de producción existentes y sus representantes, las clases dominantes, se convierten en ese obstáculo "insuperable" que sólo puede eliminarse por medio de la actuación consciente de las nuevas clases, por medio de la acción violenta de estas clases, por medio de la revolución. Aquí se destaca con gran nitidez el papel inmenso de las nuevas ideas sociales, de las nuevas instituciones políticas, del nuevo Poder político, llamados a liquidar por la fuerza las viejas relaciones de producción». 

Esta comprensión del desarrollo histórico, esta visión realista y crítica del proceso revolucionario, debe calar en las masas, para que comprendan que la violencia de la revolución no es gratuita o, en otras palabras, no es voluntaria, pero sí necesaria. Debe aceptarse sin miedo entre las masas, para facilitar el proceso, que «la violencia es la partera de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra de nueva». 

Y nos llamaran radicales, y lo aceptaremos de buen grato: queremos romper radicalmente con el actual sistema socio-económicamente. Queremos satisfacer las necesidades radicales que emanan del capitalismo; queremos la liberación de la sociedad de la mano del proletariado, el producto peculiar, deshumanizado y necesario del capitalismo, «una clase con cadenas radicales, una clase de la sociedad civil que no es una clase de la sociedad civil; una esfera que posee un carácter universal por lo universal de sus sufrimientos, y que no reclama para sí ningún derecho especial, puesto que contra ella no se ha cometido ningún desafuero particular, sino el desafuero en sí, absoluto. Una clase a que le resulta imposible apelar a ningún título histórico, y que se limita a reivindicar su título humano». 

¿Qué hay de malo en esto? Nada, solo el miedo de las fuerzas reaccionarias a la muerte de sus privilegios que se cierna sobre ellas. En todo ésto debe remarcar la función titánica propagandística, educativa, de vanguardia, del Partido para preparar a las masas, tanto técnica como ideológicamente para el proceso.

Notas

«Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico», Iósif Stalin, 1938.
«El Capital», tomo II, Karl Marx, publicado por Friedrich Engels el 1885.
«Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel», Karl Marx, artículo publicado en el diario alemán Deutsch-Französischen Jahrbücher el año 1844.



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Wednesday, September 18, 2013

LA REVOLUCION EN EE.UU Y EL PENSAMIENTO DE BOB AVAKIAN


¿Quién es Bob Avakian? Él tiene muchas facetas: es el presidente del Partido Comunista Revolucionario de Estados Unidos; el revolucionario más radical sobre el planeta; alguien que Cornel West ha llamado “un corredor de larga distancia en la lucha de libertad contra el imperialismo, el racismo y el capitalismo”; un pensador sobre una amplia abanico de temas y comentarista estimulante sobre el arte y la ciencia, la religión y la filosofía y el baloncesto; un líder cuyo sentido del humor es tan agudo como férreo su odio por la opresión. Ante todo, Avakian es la persona que ha llevado décadas estudiando a fondo la experiencia de las anteriores sociedades revolucionarias y ha desarrollado una nueva concepción de la clase de mundo que se podría forjar mediante la revolución… y es el líder del movimiento para la revolución en Estados Unidos.

Bob Avakian, es el Presidente del Partido Comunista Revolucionario de los Estados Unidos, es un líder valioso y poco común que se presenta con muy poca frecuencia. Un líder que ha dado su corazón y todo su conocimiento, destrezas y capacidad al servicio de la causa de la revolución y la emancipación de la humanidad. 

Bob Avakian cobró vida como revolucionario en los años 60 — participando en los grandes movimientos de aquellos días y en especial trabajando y luchando de cerca con la fuerza revolucionaria más avanzada en Estados Unidos en aquel entonces, el Partido de las Panteras Negras. Desde ese entonces y aunque muchos otros se han rendido, Bob Avakian ha trabajado y luchado de manera incansable para hallar el camino hacia adelante, tras aprender lecciones cruciales y forjar una organización duradera con el potencial de continuar la lucha, y proponerse llevarla a un nivel más alto, al mismo tiempo que se une con la misma lucha en todo el mundo.

Ha seguido desarrollando la teoría y la estrategia para hacer la revolución. Desempeñó el papel clave en la formación de nuestro Partido en 1975 y desde ese entonces ha continuado la batalla para mantener al Partido en el camino revolucionario, para llevar a cabo el trabajo con una orientación revolucionaria fuerte. Ha estudiado a fondo la experiencia de la revolución —las deficiencias así como las grandes hazañas— y muchas diferentes esferas de la actividad humana a lo largo de la historia y en todo el mundo — y ha llevado la ciencia y el método de la revolución a un nivel completamente nuevo de manera que no sólo podamos luchar sino luchar en serio para ganar. Bob Avakian ha desarrollado la teoría científica y la orientación estratégica de cómo hacer concretamente la clase de revolución que necesitamos y está dirigiendo nuestro Partido como una fuerza avanzada de esta revolución. Él es un gran paladín y un gran recurso para la gente en este país y, de hecho, la gente en todo el mundo.

Debido a Bob Avakian y a la dirección que está dando, es mucho mayor la posibilidad de la revolución aquí en este mismo país y del avance de la revolución en todo el mundo. Y nos toca a nosotros conectarnos con su dirección... conocer más acerca de Bob Avakian y del Partido que encabeza... aprender de su método y enfoque científico de cambiar el mundo... forjar este movimiento revolucionario con nuestro Partido al centro... defender a esta dirección por lo valiosa que es... y a la vez contribuir nuestra propia experiencia y entendimiento a fortalecer el proceso de la revolución y a capacitar a la dirección que tenemos para seguir aprendiendo más y dirigiendo aún mejor.

MADRID 2020: QUE SUS BENEFICIOS NO PESEN MAS QUE NUESTROS DERECHOS




A lo largo de estos años se ha preparado la candidatura de Madrid para enfrentar el proceso de selección como ciudad olímpica. Tras el último varapalo las diferentes autoridades políticas y deportivas no han cesado en su empeño de que Madrid ocupe este puesto que una vez más ha sido eliminada.

Lo que no han explicado las diferentes autoridades es el entramado de intereses que se mueven tras la celebración de esta cita olímpica. Lo que también olvidaron explicar fue el coste social de este proyecto de un profundo carácter empresarial más que deportivo

Sus beneficios

Ya son conocidas por todos aquellas repetitivas consignas sobre los “valores” que se pretenden promover cada cuatro años en la GRAN CITA OLIMPICA; pero claro, promover tantos y tantos valores no es una tarea ni fácil ni gratuita, y para ello el mundo moderno y globalizado cuenta con el TOP (The Olympic Partners/La Sociedad Olímpica) para patrocinar, promocionar, sacar beneficio y a fin de cuentas parasitar antes, durante y después los Juegos Olímpicos cada 4 años. Y, ¿quién forma parte del TOP? En esta Sociedad nos encontramos a varias de las empresas con mayor capacidad económica del mundo como por ejemplo CocaCola, Samsung o Macdonalds. Esta sociedad tiene garantizada la contratación cada 4 años y de tal forma se encarga de defender la RENTABILIDAD, el valor que a fin de cuentas se sobrepone a los demás. Pero, ¿Es el TOP, la única sociedad de empresas que va a sacar beneficios del evento deportivo? Claro que no, diferentes empresas españolas también se suman al festín, empresas como OHL, Telefonica o Accenture, repartiéndose igual que el TOP todo el abanico de servicios y productos que se utilizarán durante los juegos olímpicos y por supuesto gozando de la posibilidad de una publicidad a escala mundial ante los ojos de millones de espectadores.

Es necesario conocer que todas estas empresas no solo patrocinan los JJOO en sí, también patrocinan al COI y toda la parafernalia alrededor de las elecciones (o no) de las ciudades olímpicas. De la misma forma, para no tener pérdidas con las modernas edificaciones estas empresas “generosamente facilitan” (a cambio de unos poquitos €), ofrecen también una continuidad explotando estas instalaciones en el ámbito del deporte en la ciudad olímpica. También cabe destacar la promoción constante por parte de estas empresas hacía la obtención de voluntarios para que ayuden con las labores necesarias durante los JJOO, pudiendo de esta forma gozar de un trabajo completamente GRATUITO y por lo tanto ampliando considerablemente SUS beneficios.

Los costes sociales

Unas Olimpiadas siempre parecen cosa buena. El prestigio, el calor mediático, la práctica del deporte extendida a primicia informativa, el empleo que generan las diferentes tareas pendientes para la celebración de la cita olímpica, las mareas de voluntarios comprometidos en el supuesto beneficio que obtendrá la ciudad…

Sin embago los cuantiosos beneficios e intereses que, como vimos anteriormente, caen principalmente en manos de las principales multinacionales entrelazadas con el proyecto deportivo generan su inevitable reverso. Frente a la “euforia social” consecuencia de la tan laureada cita se produce el inevitable empobrecimiento económico y cultural de las diferentes clases populares residentes en la ciudad olímpica.

En un principio todo parece marchar bien. Durante muchos años (incluso antes de la proclamación) se aprueban millonarias que levantan instalaciones deportivas a lo largo y ancho de todo Madrid. Cuando llega el 7 de Septiembre de 2013 se vende como un gran aval de la candidatura española el haber tenido ya terminadas gran parte de las infraestructuras. Al beneficio obtenido por las obras por parte de las grandes instalaciones deportivas le acompaña la desgracia de crear una gran masa de trabajo temporal ligado a sectores muy determinados (entre ellos la construcción) que pierden su empleo al haber terminado la obra en cuestión. Por otro lado a las faraónicas construcciones y florituras levantadas para albergar el mediático circo deportivo le acompaña el profundo endeudamiento de diferentes instituciones públicas, entre ellas la del propio Ayuntamiento de Madrid.

El Ayuntamiento de la capital aumentó su deuda en 2012 hasta los 7.429 millones de euros, en lo referente a la participación media en el presupuesto el ciudadano debería haber abonado más de 300 euros para saldar las cuentas relativas al pago de la deuda de ese año económico, muy por encima de la media del resto de ayuntamientos del país. El gasto medio por ciudadano de la capital era señalado por algunos medios de la prensa española como superior a lo que debían abonar incluso por la obtención de las diferentes prestaciones sociales básicas que el Estado y la Comunidad autónoma ofrecen a los trabajadores en forma de salario indirecto. El endeudamiento desorbitado de las instituciones públicas no es algo nuevo en las citas olímpicas. Ya las experiencias de Barcelona y Atenas demostraron que fueron los trabajadores y las clases populares de estas ciudades así como de otras partes de sus respectivos países las que tuvieron que cargar con el pago de los excesos olímpicos. Mientras las grandes corporaciones embolsaban millones con la celebración de esta cita las diferentes instituciones públicas dejarían una importante carga económica que caería sobre los hombros de la mayoría de la población.

El aumento de las partidas relativas al pago de la deuda pública suponen un proceso de empobrecimiento de la mayoría trabajadora de la población frente a una minoría oligárquica que se presenta en forma de las grandes corporaciones que promueven el “sueño olímpico”. Las partidas del gasto público estatal, autonómico y municipal representan el funcionamiento de una economía colectiva bajo la dirección de un Estado y unas instituciones públicas que responden a los intereses de la clase de los empresarios y banqueros en este país. Cuando estas partidas públicas repercuten en la mejora de la calidad de vida de las grandes mayorías populares en forma de prestaciones sociales, infraestructura pública de uso común o financiación total o parcial de necesidades para esta mayoría de la población (Costes en sanidad, educación, subvención de determinados productos de consumo…) podemos señalar que se están convirtiendo en una forma de Salario Indirecto (pues permite satisfacer las necesidades de la mayoría trabajadora, generalmente de una forma social y colectiva). Cuando el destino de estas partidas se orienta al pago de la deuda con diferentes entidades empresariales o bancarias, al fomento de la propia actividad empresarial (En forma de subvenciones o de rebajas fiscales) o al rescate bancario podemos señalar que se están convirtiendo en una forma de beneficos para empresas y bancos (Pues este dinero repercute directamente como ingresos para estas sociedades en detrimento de aumentar el salario indirecto de las mayorías trabajadoras).

Por otro lado hay que sumar la consecuencia de haber construido tantas infraestructuras pero aun ligar las mismas a una concepción elitista y excluyente del deporte. Las grandes instalaciones tienen importantes costes de mantenimiento que también tendrá que sostener el erario público. Ante esta realidad no existe una contrapartida positiva para la mayoría de la población en la que esta aproveche esas infraestructuras para extender la práctica del deporte a la mayoría de la sociedad. Por el contrario, la gran mayoría de las infraestructuras se reservan a clubes de élite, al uso de sociedades deportivas controladas en mayor o menos medida por magnates empresariales o clubes deportivos completamente endeudados con la banca. En muchas ocasiones gran parte de la infraestructura que no tiene un uso común está destinada a coger polvo o incluso a plantearse su remodelación o destrucción al paso de los años. Los trabajadores levantan una gran ciudad olímpica a la que, posteriormente, se les excluye de su uso.

Así pues podemos afirmar que el aumento de la deuda de las diferentes entidades públicas supone el empobrecimiento colectivo de la mayoría trabajadora en beneficio del ensanchamiento de los beneficios de las grandes corporaciones y multinacionales de la oligarquía interesada en el sueño olímpico. Al destello engañoso del trabajo temporal y la promesa del beneficio de la ciudad por las grandes obras faraónicas le sigue el agujero de la millonaria deuda pública, el regreso al paro de todos estos trabajadores y la presencia fantasmagórica de grandes gigantes de cemento que, lejos de servir para que la mayoría de la población trabajadora de las ciudades puedan acceder libremente al deporte se reserva únicamente para clubs de élite y una minoría privilegiada. El dicho popular del “Pan para hoy y hambre para mañana” nunca había cobrado tanto sentido.

Nuestra alternativa: Contra la ciudad olímpica exijamos una ciudad deportiva para la mayoría

Desde el Partido del Trabajo Democrático no nos resignamos a lanzar una crítica sobre la situación actual, sino que nos vemos en la firme necesidad de proponer una alternativa a la actual circunstancia de un mundo deportivo que se ve obligado a capitular ante los intereses de los grandes monopolios internacionales.

En la actualidad el deporte se somete a los dictados de las grandes corporaciones y multinacionales transformándose en una mercancía. El proyecto Olímpico es sólo una de estas manifestaciones más evidentes, las mismas se repiten en otro tipo de eventos como las diferentes competiciones internacionales deportivas o la misma organización nacional de estas competiciones. En sus diferentes formas particulares y en diferentes graduaciones el deporte siempre intenta ser transformado en mercancía y para ejercerlo hay que recurrir a patrocinio de sociedad empresariales que permitan a los equipos competir al más alto nivel.

Frente a este modelo de “Deporte-Mercancía” nosotros proponemos un modelo fundado en el acceso del deporte para la mayoría de la población. Desde el Partido del Trabajo Democrático comprendemos que el deporte es una actividad de realización personal y colectiva que debe ponerse al servicio y disfrute de la mayoría de la sociedad. Diferentes colectivos y expertos, generalmente asociados al mundo de la medicina y la salud, han identificado el deporte como una actividad que debería ser practicada por todo ser humano para poder tener una vida fisicamente plena (La Organización Mundial de la Salud define la salud como un bienestar físico, mental y social). Entendemos el deporte como una necesidad fundamental para desarrollar un ser humano pleno y defendemos que debe estar al alcance de toda la sociedad para que pueda desarrollarse. Rechazamos las aspiraciones de los grandes monopolios de convertir esta necesidad para la mayoría de la población en una mercancía y en un objeto de beneficio que sólo repercuta en un puñado de oligarcas.

Como consecuencia de nuestra propuesta del deporte como derecho y necesidad accesible a todo el mundo desde el Partido del Trabajo Democrático defendemos un nuevo modelo de ciudad deportiva que pueda cumplir este objetivo.

Frente a los modelos de ciudad deportivas para el beneficio privado nosotros defendemos la construcción de un modelo de ciudad deportiva para la mayoría de la sociedad. Esto quiere decir que la articulación de los proyectos deportivos respondan al objetivo de garantizar el acceso al deporte por parte de la gran mayoría trabajadora y popular de nuestras ciudades

En primer lugar proponemos que toda la infraestructura deportiva existente o que se construya pase a ser de titularidad social y se sitúe bajo control popular. No nos basta la titularidad pública para que los ayuntamientos paguen los costes de mantenimiento mientras reducen los salarios indirectos de la mayoría trabajadora. Nuestra propuesta pasa porque la gestión, organización, construcción y funcionamiento de los centros deportivos esté bajo control popular, se realice mediante el control de los trabajadores y clases populares de los diferentes barrios que son los que deben beneficiarse de las instalaciones. También deben participar en la organización y gestión de la política deportiva aquellas organizaciones y sociedades del deporte y la salud que organicen a expertos, deportistas e intelectuales de este mundo que trabajen para llevar acabo esta tarea. Los centros deportivos deben situarse bajo la lógica de la satisfacción de las necesidades de la mayoría, y para eso es necesario constituir órganos de control democrático por parte de la mayoría. Ya basta de que entidades empresariales y bancarias o entidades públicas con políticos colocados a cargo de grandes corporaciones impongan al pueblo para qué se empleen los recintos deportivos.

En segundo lugar debe adaptarse toda la infraestructura pública existente y la de nueva construcción a una política de plena inclusión. Para ello el acceso al deporte debe situarse en cada barrio de cada ciudad y asegurar la movilidad y conectividad para que todo el mundo pueda acceder a estar infraestructuras sin dificultades. El acceso a las mismas debe ser plenamente gratuito y no debe excluir a ningún colectivo social. Para que esto pueda llevarse a cabo es necesario adaptar estas infraestructuras para el acceso y uso por parte de los colectivos de discapacitados. La oferta deportiva debe ser variada e incluir un elenco deportivo rico y novedoso. Además deben asegurarse las infraestructuras que aseguren el pleno acceso y utilización tanto de hombres como mujeres, evitando la segregación y fomentando actividades colectivas dónde se desarrolle la dinámica del deporte mixto. También deben asegurarse infraestructuras y ofertas deportivas variadas que se adecuen a las necesidades por edades, para ello es muy importante que cada centro cuente no sólo con la cobertura deportiva sino también con la cobertura médica necesaria. A todo esto es muy importante recoger las reivindicaciones de los deportes de las minorías de nacionalidad extranjera residentes en nuestro país para, en la medida de lo posible, fomentar estos deportes no sólo para que estos colectivos lo practiquen, sino también fomentando que el resto de vecinos puedan conocerlo y disfrutar de él.

En tercer lugar proponemos que estos espacio deportivos rehuyan de la lógica mercantil, individualista y aislada del actual modelo mercantil del gimnasio. Entendemos que los espacios deportivos deben ser espacios de socialización. No sólo a la hora de practicar el deporte sino también a la hora de organizar la propia infraestructura y el funcionamiento de los centros. Aquí radica la importancia de que la mayoría trabajadora y popular participe en la organización, gestión y dirección de estos centros deportivos y en la elaboración de una política deportiva estatal. En la organización de la satisfacción de las necesidades las y los trabajadores y clases populares fraguan vínculos de colaboración, cooperación y solidaridad. Construyen políticamente su independencia de clase y forjan las bases de una Nueva Sociedad. La colaboración entre las personas en organizar y dirigir las instalaciones así como en la práctica del deporte se articula como un elemento fundamental en la solidifcación de nuevas formas de socialización. Funcionando de esta manera desterramos la concepción de la competitividad deportiva fundada en la superación individual para sustituirla por la concepción de la socialización deportiva fundada en la superación personal y colectiva: mejorar nuestras capacidades personales a la vez que ayudamos a mejorar al conjunto de la sociedad en sus carencias y, a la vez, esta nos aporta lo que nos falta.

Alrededor de estos tres ejes desde el Partido del Trabajo Democrático aspiramos a construir un nuevo modelo de ciudad deportiva para una Nueva Sociedad. Para transformar la actual realidad sólo podemos confiar en la capacidad de la lucha por parte de la gran mayoría trabajadora y popular. Por eso mismo desde el Partido del Trabajo Democrático hacemos un llamamiento y animamos a construir formas de resistencia y lucha frente a esta nueva agresión de los grandes monopolios, ahora en forma de proyecto olímpico, a la mayoría trabajadora y popular.

Por todo esto desde el Partido del Trabajo Democrático trabajaremos en todo aquel movimiento popular que se enfrenten a la realización del proyecto olímpico en Madrid o en cualquier otra ciudad de nuestro país defendiendo abiertamente estos tres ejes de nuevo modelo deportivo con el objetivo de que los beneficios de unos pocos no pesen más que nuestros derechos como clase trabajadora.