PARTE 1
PARTE 2
PARTE 3
DE LA CRUELDAD Y DE LA CLEMENCIA, Y SI ES MEJOR SER AMADO QUE TEMIDO, O VICEVERSA
1- Maquiavelo comienza este capítulo afirmando que un príncipe debe desear ser tenido por clemente y no por cruel; ahora bien, debe estar muy atento a no hacer un mal uso de la clemencia. Describe como ejemplo de principe que pasa por ser cruel a Cesar Borgia y de ejemplo de clementes a los florentinos. Señala en no por ello estos últimos demostraron ser más prudentes que el primero.
2- Un príncipe no debe preocuparse por la fama de cruel si eso le ayuda a mantener a sus súbditos unidos y leales. La clemencia puede llevar, a la larga, a desordenes públicos, mientras que la crueldad cuando se utiliza solo afecta a unos cuantos particulares.
3- Al príncipe nuevo le resulta imposible evitar la fama de cruel tal como dice Virgilio: la dura necesidad y la novedad del reino me obligan a adoptar tales medidas y a defender como amplia guardia los confines.
4- A continuación, Maquiavelo, analiza la cuestión de si es mejor ser amado o temido, o viceversa. Afirma que cuando no se puede ser amado y temido al mismo tiempo, es mucho mejor se temido a amado. Y es que, según Maquiavelo, los hombre son por naturaleza ingratos, volubles y ávidos de ganancias y, por tanto, no debe confiarse en ellos. Tales tipos de hombres se pueden comprar pero no se tienen nunca de verdad, de tal forma que vacilan menos en hacer daño a quein se hace amar que a quien se hace temer.
El Príncipe, por tanto, debe hacerse temer, pero de tal forma que evite el odio de sus súbditos ya que puede combinarse el ser temido y el no ser odiado. Para lograr no ser odiado (sino temido) el Príncipe debe abstenerse de tocar los bienes de sus ciudadanos y de sus súbditos y sus mujeres.
Por encima de todas la cosas, debe abstenerse siempre de los bienes ajenos, porque los hombres olvidan con mayor rapidez la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio.
Cuando el Príncipe se encuentre al frente de sus tropas no debe preocuparse de la fama de cruel porque de lo contrario nunca mantendráa al ejercito unido y dispuesto a acometer empresa alguna. Maquiavelo pone como ejemplo de estadista cruel pero tremendamente efectivo en el campo de batalla a Anibal; y como ejemplo de estadista clemente pero blando y flexible, por lo que se le rebelaron los ejercitos en España, a Escipión.
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