Se lo ve muy vital a Alain Badiou a los 75 años en la Universidad de San Martín. Tiene pinta de abuelo compinche y enérgico. Sonríe y habla un francés bastante claro. Hizo una presentación de su nuevo libro La République de Platon, recientemente publicado en frances y producto de seis años de trabajo. La traducción al español todavía no está disponible.
Lo que hizo Badiou en este texto fue, en sus palabras, unaremake del diálogo de Platón. No una nueva traducción, tampoco una exégesis, una interpretación, sino una reescritura, una nueva inscripción del texto atravesada por los casi dos mil cuatrocientos años de historia que nos separan del original.
El producto es un libro que no es totalmente de Badiou ni totalmente de Platón, es una obra escrita a dos manos, algo así como una puesta en escena contemporánea del libro de Platón, que no es tampoco simplemente un texto, es diálogo, es palabra viviente. Para hacer vibrar nuevamente en nuestro presente la vitalidad del diálogo, Badiou se toma muchas licencias (tantas que sólo él está autorizado a hacerlo).
En primer lugar la división de la obra no es en diez libros, como estamos acostumbrados. Hay un prólogo, 16 capítulos y un epílogo. Cada uno titulado con su tema correspondiente. Como parte de la modernización hay un personaje femenino en el diálogo y referencias a la política y al arte que Platón jamás podría haber realizado. En el famoso episodio del Libro X en el que se condena a la poesía, aparecen figuras como Mallarmé o Pessoa. A lo largo del texto también encontramos referencias a Freud y a los fascismos del siglo XX.
Este ejercicio de escritura, esta propuesta en obra que realiza Badiou, plantea numerosos problemas del orden de la fidelidad. ¿Qué es ser fiel a un texto? ¿Se puede traicionar a un autor? ¿Qué es leer? ¿Qué es leer en la distancia del tiempo? ¿Cómo podemos abrir el oído a la palabra? Mímesis de la escritura. ¿Cómo escapar a la degradación que implicaba para Platón en esta misma obra? ¿Cómo disolver ese juicio?
Pero más allá de los recursos que utiliza Badiou para traer la obra de Platón al mundo que habitamos, importa aclarar por qué emprender semejante tarea y desde qué óptica realizarla.
La filosofía de Platón es importante para nosotros hoy en día porque allí, como en ningún otro momento, está plasmada la tensión entre doxa y epistéme, entre opinión y verdad o entre habladuría y conocimiento. Es importante poder afirmar contra el mercado del igualitarismo de las opinones en el que estamos inmersos, que hay verdades. Es necesario volver a distinguir entre verdad y opinión. Debemos salir del universo de la equivalencia de las opiniones, del "yo opino A, vos opinás B, él opina C, y lo importante es que respetemos las opiniones de cada uno". Esta forma de no pensar que está tan de moda entre los jóvenes.
En Platón la Verdad tiene un carácter excepcional, es la Idea y sabemos que el camino para llegar a ella no es sencillo. Hasta acá, Badiou está de acuerdo, lo que cambia es el aristocratismo de Platón. Lo que intenta desplazar es la analogía que une a la excepcionalidad de la verdad con la excepcionalidad del sujeto que puede conocer la verdad. En otras palabras, todos tienen la posibilidad de salir de la caverna, todos pueden desarrollar su aptitud filosófica, todos pueden amar a la verdad. En palabras de Badiou: Aristocratismo para todos.
Esta universalización del filósofo plantea, a nuestro juicio, algunos problemas.
En la obra original, el acceso a la Verdad por parte del filósofo, legitima su posición de liderazgo en el vértice de la estructura de poder de la República. Si universalizamos este acceso, ¿podemos pensar en una República estructurada según la propuesta de Platón? El proyecto de universalización del acceso a la verdad es propio de la Ilustración y el modelo político asociado es bastante distinto al platónico.
Por otra parte, aunque esté abierta la posibilidad de la filosofía (en tanto búsqueda de la verdad), ¿seguirá teniendo la verdad un papel legitimador del poder? ¿O el papel del filósofo debe, como afirmó Badiou en otros textos, mostrar la distancia que hay entre el pensamiento y el poder?
También es un problema la manera en que el filósofo aporta a la construcción política. ¿Lo hace en tanto filósofo-rey como el modelo platónico parecía proponer? En ese caso, si se abre la posibilidad ¿Quién es rey, quién es jurado? Estamos frente al problema del tribunal: ¿cómo se determina quién determina la auténtica verdad? ¿O el filósofo debe ser aquel que ponga en crisis toda pretendida verdad, mostrar que en realidad es una simple opinión? Así decía Sócrates que le hacía un mayor bien a la ciudad.
No comments:
Post a Comment