publicado en el blog Cáncer Capitalista
Grover Norquist (1992): “No quiero abolir el Gobierno, me conformo con reducirlo hasta un tamaño que nos permita ahogarlo en la bañera”
Imperialismo 1.0.
Eric Hobsawm: "La existencia de una "aristocracia obrera" se explica por los super-beneficios monopolistas, que permiten a los capitalistas dedicar una parte a sobornar a sus propios obreros, creándose una especie de alianza entre trabajadores de una determinada nación y sus capitalistas contra otros países".
En la fase monopolista 1.0 los monopolios utilizaban la fuerza de sus estados matrices para expandir y controlar sus mercados y asegurarse suministros de materias primas. Este fenómeno, conocido como imperialismo, fue a menudo considerado como la última fase del capitalismo (Lenin).
El reforzamiento del Estado incluía que parte de los beneficios de las grandes corporaciones monopolistas repercutieran en los contribuyentes. Sindicatos y partidos de izquierdas (aristocracia del trabajo) apoyaron repetidamente las aventuras coloniales de sus respectivos imperialismos. Cecil Rhodes reconocía que para frenar la conflictividad social en su territorio los británicos tenían que ser imperialistas.
Muchos de los conflictos armados, incluidas las dos últimas guerras mundiales, obedecían a este patrón. A los monopolios les interesaba reforzar el nacionalismo y las estructuras públicas y militares de sus estados base para utilizarlas contra otros estados imperialistas. La ideología preponderante no tenía nada que ver con el neoliberalismo actual. Nacionalismo económico, industrialización, proteccionismo, planificación económica, zonas de influencia, colonias, mercados cautivos, … .
El desastre y la destrucción de la 2GM hicieron patente la peligrosidad e inviabilidad de las rivalidades inter-imperialistas. Las antiguas potencias colonialistas vieron rápidamente reducidos sus antiguos imperios y muy pronto el adjetivo “imperialista” quedó reservado para EEUU, la potencia dominante. Los monopolios, incluidos los de origen norteamericano, cambiaron de estrategia. El neoliberalismo, aunque peligroso para los monopolios menos dinámicos, ofrecía oportunidades inauditas para las firmas más agresivas que una tras otra empezaron a convertirse en multinacionales. El poderoso imperialismo norteamericano, aunque tendía a favorecer a los monopolios USA, se convirtió de facto en el gendarme global de los monopolios.
Imperialismo 2.0.
William I. Robinson: "Una vez que han sido capturados por grupos transnacionales, los estados nacionales internalizan las estructuras del capitalismo global. La globalización se encarna en las estructuras y procesos locales. El poder disciplinario del capitalismo global desplaza el poder político de los estados nacionales al bloque capitalista global, representado por grupos locales ligados a la globalización."
Pero una nueva forma de imperialismo se estaba rediseñando según las coordenadas anticipadas por Karl Kautsky cuando predijo la llegada del "imperialismo colectivo" - imperialismos actuando en bloque en relación a las colonias-. En el "imperialismo colectivo" de Kautsky, el "colectivo" se refería al colectivo de estados nacionales con respecto a sus colonias y tenía razón Lenin planteando que tal cooperación no resistiría la competencia inter-imperialista (1ªGM). En el imperialismo 2.0 actual, el "colectivo" ya no son los estados "imperialistas" sino los grandes grupos monopolistas internacionales.
Con la recapitalización de la URSS y China, lo que quedaba de imperialismo a la vieja usanza dejó de ser funcional. A medida que se iban internacionalizando, los “eficientes” monopolios estaban cada vez menos interesados en sostener unas bases estatales social y ecológicamente demasiado exigentes y demasiado caras, a cambio de unos servicios que podían obtener directamente o en otros lugares, en mejores condiciones y casi sin contrapartidas (sobornos directos, mercenarios y sicarios internacionales, finanzas internacionales, paraísos fiscales, …).
Es cierto que las instituciones internacionales (ONU, BM, FMI, OMC, UE, OCDE, G7, … ) fueron en su día controladas y manipuladas a favor de los intereses particulares de las potencias dominantes (Consenso de Washington), pero en la actualidad todas estas instituciones trabajan para el conjunto del gremio multinacional, y se han convertido en organismos al servicio de "los mercados" que no dudan en desestabilizar y arruinar a las mismas potencias nacionales que en su día dirigían tales organismos.
Las grandes corporaciones monopolistas, no solamente han tomado el control de las instituciones internacionales, suplantando a los estados, sino que las reorganizan y manipulan para que operen mejor en favor de sus intereses y en perjuicio de sus teóricos estados miembros. Las últimas reformas, tratados y "constituciones" de la Unión Europea la han convertido en una agencia corporativa al servicio de los monopolios privados que está actuando abierta e impunemente contra sus mismos socios, imponiendo drásticas medidas de austeridad para debilitarlos, obligarlos a privatizar sus servicios y bienes públicos y reducir a sus ciudadanos a las condiciones de flexi-explotación óptimas para engrosar sus beneficios.
Esta forma de operar al margen de los ciudadanos y sus instituciones democráticas queda de manifiesto en la negociación secreta del Tratado de “Libre” Comercio Trans-pacífico (TPP: Trans-Pacific Partnership).
El TPP va mucho más allá del ámbito de la reducción de aranceles y la promoción del comercio, otorgando un poder sin precedentes a los grandes monopolios. De los 26 capítulos de negociación (según documentación filtrada), sólo unos pocos tienen que ver directamente con el comercio. Los otros capítulos consagran nuevos derechos y privilegios para las grandes empresas, en detrimento del poder de los estados nacionales para oponerse a ello.
En teoría los participantes en la negociación secreta son los representantes no elegidos de los siguientes países: Brunei, Chile Nueva Zelanda, Singapur, EEUU, Australia, Perú, Vietnam, Malaysia, México y Canadá. En la práctica se trata de negociaciones dirigidas por los representantes de los grandes grupos multinacionales (participan 600 lobbystas). No participan los representantes de los afectados (consumidores, usuarios de bibliotecas, estudiantes, grupos de pacientes, internautas,... u otros "usuarios" de propiedad intelectual).
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