Versión de Carol Croussett /Clave
TamaÑo del texto: Aumentar Disminuir Reestablecer
Clave Digital/Archivo.
Le Monde, el principal diario de Francia, publicó en su edición de este jueves un extenso reportaje sobre la crisis de violencia en la región del Caribe, en el cual se resalta el fuerte aumento de la criminalidad en la República Dominicana en los últimos años.
El reportaje, de la autoría de Jean-Michel Caroit, que reside en República Dominicana y es corresponsal del diario para la región, señala que "la tasa de homicidios del Caribe es la más alta del mundo, con 30 por cada 100 mil habitantes”. Caroit facilitó el texo a Clave Digital.
Según Caroit, que basa sus afirmaciones en el informe “Criminalidad, violencia y desarrollo en el Caribe”, publicado recientemente por el Banco Mundial, el aumento en estos índices “a veces se ha producido de manera espectacular”, como en el caso dominicano, en donde la tasa “se duplicó entre 2000 y 2005”.
El reportaje resalta el vínculo de la delincuencia con las drogas, y recuerda que el país es uno de cuatro de la región que forman parte de la lista de las principales naciones que producen o que sirven como puente para el trasiego de drogas.
El tema de la corrupción también es tratado, con un énfasis en el caso de la quiebra fraudulenta del Banco Intercontinental (Baninter), como un ejemplo de los “crímenes de cuello blanco”, en donde sus perpetradores “hacen alarde de sus helicópteros y de sus lujosas villas mientras un pobre dura años en prisión preventiva por robarse un pollo”.
A continuación una traducción libre del reportaje:
Análisis
Record de violencia en el Caribe
Playas paradisíacas bordeadas de cocotales, resorts todo incluido y cruceros en las aguas color turquesa: el Caribe evoca las vacaciones llenas de sol y de ociosidad a lo largo del año. Pero el reverso de estas imágenes de prospecto turístico, esa región es, con todo, la más violenta del mundo.
En un reporte reciente titulado “Criminalidad, violencia y desarrollo en el Caribe”, el Banco Mundial señala que “las tasas de homicidio son más elevadas que en cualquier otra región del mundo y las tasas de agresión se sitúan ampliamente por encima de la media mundial”. Atizada por el tráfico de drogas, esta violencia “compromete el crecimiento y la prosperidad”.
Con una tasa de homicidios de 30 por cada 100 mil habitantes, la cuenca del Caribe desplaza a África del Sur y del Oeste (29), a América del Sur (26) y a América Central (22). Los indicadores de violencia varían de una isla a otra en esa región, donde la pobreza extrema de Haití se codea con la opulencia de Las Bahamas.
En la mayoría de los países y territorios que conforman este arco insular, que se extiende desde las costas venezolanas hasta Florida, la criminalidad ha progresado en lo últimos años. Esto a veces de manera espectacular, como en las islas gemelas de Trinidad y Tobago y en República Dominicana, en donde la tasa de homicidios se ha triplicado y doblado, respectivamente, entre 2000 y 2005.
Las páginas de los diarios dominicanos están llenas de diversos hechos de sangre. El 24 de mayo, El Nacional publicó una nota sobre el asesinato a balazos de tres jóvenes mientras salían de una discoteca de una zona de clase alta de Santo Domingo, luego de una riña aparentemente banal.
Tres días después, un colombiano, acusado de traficar 442 kilogramos de cocaína y puesto en libertad provisional, fue abatido por numerosas balas delante de un lugar de expendio de bebidas. Doscientas mujeres fueron asesinadas por un esposo o concubino celoso. La violencia en contra de la mujer está ampliamente expandida.
La iniciación sexual del 48 por ciento de los adolescentes se produce de manera “forzada”, reveló una encuesta realizada en 2003 en nueve países de la región. Las Bahamas tiene el nada envidiable récord mundial en la tasa de violacione.
Diversas por sus herencias coloniales, sus tamaños, sus poblaciones, sus idiomas y sus niveles de vida, las islas tiene un punto en común: se han convertido en una de las principales placas giratorias del tráfico de estupefacientes.
Exceptuando el cannabis jamaiquino, la región no produce droga. Pero una parte importante de la cocaína colombiana transita por aquí en su ruta hacia América del Norte y Europa, una práctica que en expansión. En 2005, al menos 10 toneladas de cocaína pasaron por Jamaica, y 20 toneladas por la isla de La Hispaniola, que comparten Haití y República Dominicana.
El trasiego de heroína y de drogas sintéticas, de manera notoria de éxtasis, ha aumentado fuertemente en los últimos años. Entre los 20 países identificados por Estados Unidos como los centros de mayor producción o de tránsito de drogas, cuatro pertenecen al Caribe:
Las Bahamas, República Dominicana, Haití y Jamaica. Los servicios de los traficantes regionales son a menudo remunerados con mercancía, que son distribuidas localmente. En una veintena de años el consumo de cocaína y de crack se ha expandido a todas las esferas sociales de la población.
En República Dominicana las pandillas, llamadas “naciones”, reclutan a niños para distribuir las drogas. Según el Código Penal, los menores de menos de 13 años no pueden ser arrestados. Excluidos de un sistema educativo deficiente, sin perspectivas de empleo, los jóvenes pagan el tributo más alto por la violencia ligada al tráfico de drogas. Este es el motivo por el que la mayoría de las víctimas de homicidio en República Dominicana tienen entre 11 y 30 años.
Estrechamente ligado al negocio ilícito de estupefacientes, el tráfico de armas está en plena expansión. En la mayoría de los países de la región, como Jamaica y República Dominicana, la proliferación de las armas de fuego no es nueva. Los partidos políticos las distribuían en el pasado a sus simpatizantes y el porte de armas, legal o no, es común. Poco a poco los fusiles de asalto y las armas de guerra, a menudo compradas en Estados Unidos, son introducidos de contrabando.
Cultura de corrupción
Trinidad y Tobago es un país en donde los crímenes han aumentado fuertemente. Son dos islas gemelas, en donde la economía está “dopada” por los precios de los hidrocarburos, (y que atraviesa una) conocida explosión en el número de secuestros.
Un elemento nuevo en la región, los secuestros a cambio de una suma de rescate se han convertido en una verdadera industria en Trinidad y Tobago y en Haití. La corrupción le sirve de manto protector a la criminalidad. En Haití, las mafias han ocupado el vacío creado por el hundimiento del Estado.
Ilustrativo de la cultura de la corrupción y la impunidad que se ha granjeado República Dominicana es el reporte del Banco Mundial que recuerda el escándalo de Baninter, uno de los principales bancos comerciales.
Su quiebra fraudulenta, en 2003, costó el equivalente al 16% del producto interno bruto (PIB) y hundió en la pobreza a 1.5 millones de dominicanos, el 16% de la población. Al día de hoy, ninguno de los responsables de este desastre está en prisión o ha sido condenado. Los criminales de cuello blanco exhiben sin pudor sus helicópteros y sus villas suntuosas, mientras que pobres han pasado años en prisión preventiva por el robo de una gallina.
“La criminalidad y la violencia constituyen el problema del desarrollo”, señala Carolina Anstey, la responsable para el Caribe del Banco Mundial. Según el organismo internacional, una reducción de un tercio en las tasas de homicidio equivaldría a doblar la tasa de crecimiento per cápita de la región. Si Haití y Jamaica llegan a reducir sus tasas de homicidio al nivel de Costa Rica, sus ingresos por habitantes aumentarían en un 5.4% por año. Para República Dominicana, la ganancia sería de un 1.8%.
Pérdidas humanas y materiales, cuidados, justicia, policía, prisiones, aumento de los gastos privados de seguridad: en todos los países, los costos de la criminalidad no cesan de aumentar. La violencia aleja a los inversionistas y aumenta los costos de las empresas, que deben de financiar su seguridad o pagarles a los extorsionistas que, muchas veces, están uniformados.
El principal renglón de actividad regional, el turismo, hasta el momento, ha sufrido poco el aumento de la criminalidad. En Jamaica y en República Dominicana los hoteleros han construido enclaves en donde los turistas están aislados de las poblaciones locales.
Pero estos resorts son resguardados por guardianes armados y pertenecen generalmente a cadenas extranjeras que contribuyen con las economías locales y, en consecuencia, a la lucha contra la pobreza que, en definitiva, lo único que puede frenar la delincuencia.
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...en el caso de la quiebra fraudulenta del Banco Intercontinental (Baninter), como un ejemplo de los “crímenes de cuello blanco”, en donde sus perpetradores “hacen alarde de sus helicópteros y de sus lujosas villas mientras un pobre dura años en prisión preventiva por robarse un pollo”. Según Leonel, en vez de fraude lo que ocurrió fue "un mal manejo" de las pasadas autoridades. ¿Hasta cuándo seguirá nuestro presidentazo apoyando a estos ?
carlos r
El nivel de violencia que afecta a nuestro pais tendra tarde o temprano un efecto negativo sobre el desarrollo del sector turistico. La imagen del pais en Europa cambio totalmente en estos ultimos 4 a 5 anos y la Republica Dominicana es hoy frecuentemente mencionada en la prensa internacional en noticias relacionadas con actos de violencia de todo tipo. De seguir asi el turismo se limitara a operar en " zonas francas turisticas" tipo Casa de Campo o Cap Cana lo que afectara su crecimiento.
pablo
TamaÑo del texto: Aumentar Disminuir Reestablecer
Clave Digital/Archivo.
Le Monde, el principal diario de Francia, publicó en su edición de este jueves un extenso reportaje sobre la crisis de violencia en la región del Caribe, en el cual se resalta el fuerte aumento de la criminalidad en la República Dominicana en los últimos años.
El reportaje, de la autoría de Jean-Michel Caroit, que reside en República Dominicana y es corresponsal del diario para la región, señala que "la tasa de homicidios del Caribe es la más alta del mundo, con 30 por cada 100 mil habitantes”. Caroit facilitó el texo a Clave Digital.
Según Caroit, que basa sus afirmaciones en el informe “Criminalidad, violencia y desarrollo en el Caribe”, publicado recientemente por el Banco Mundial, el aumento en estos índices “a veces se ha producido de manera espectacular”, como en el caso dominicano, en donde la tasa “se duplicó entre 2000 y 2005”.
El reportaje resalta el vínculo de la delincuencia con las drogas, y recuerda que el país es uno de cuatro de la región que forman parte de la lista de las principales naciones que producen o que sirven como puente para el trasiego de drogas.
El tema de la corrupción también es tratado, con un énfasis en el caso de la quiebra fraudulenta del Banco Intercontinental (Baninter), como un ejemplo de los “crímenes de cuello blanco”, en donde sus perpetradores “hacen alarde de sus helicópteros y de sus lujosas villas mientras un pobre dura años en prisión preventiva por robarse un pollo”.
A continuación una traducción libre del reportaje:
Análisis
Record de violencia en el Caribe
Playas paradisíacas bordeadas de cocotales, resorts todo incluido y cruceros en las aguas color turquesa: el Caribe evoca las vacaciones llenas de sol y de ociosidad a lo largo del año. Pero el reverso de estas imágenes de prospecto turístico, esa región es, con todo, la más violenta del mundo.
En un reporte reciente titulado “Criminalidad, violencia y desarrollo en el Caribe”, el Banco Mundial señala que “las tasas de homicidio son más elevadas que en cualquier otra región del mundo y las tasas de agresión se sitúan ampliamente por encima de la media mundial”. Atizada por el tráfico de drogas, esta violencia “compromete el crecimiento y la prosperidad”.
Con una tasa de homicidios de 30 por cada 100 mil habitantes, la cuenca del Caribe desplaza a África del Sur y del Oeste (29), a América del Sur (26) y a América Central (22). Los indicadores de violencia varían de una isla a otra en esa región, donde la pobreza extrema de Haití se codea con la opulencia de Las Bahamas.
En la mayoría de los países y territorios que conforman este arco insular, que se extiende desde las costas venezolanas hasta Florida, la criminalidad ha progresado en lo últimos años. Esto a veces de manera espectacular, como en las islas gemelas de Trinidad y Tobago y en República Dominicana, en donde la tasa de homicidios se ha triplicado y doblado, respectivamente, entre 2000 y 2005.
Las páginas de los diarios dominicanos están llenas de diversos hechos de sangre. El 24 de mayo, El Nacional publicó una nota sobre el asesinato a balazos de tres jóvenes mientras salían de una discoteca de una zona de clase alta de Santo Domingo, luego de una riña aparentemente banal.
Tres días después, un colombiano, acusado de traficar 442 kilogramos de cocaína y puesto en libertad provisional, fue abatido por numerosas balas delante de un lugar de expendio de bebidas. Doscientas mujeres fueron asesinadas por un esposo o concubino celoso. La violencia en contra de la mujer está ampliamente expandida.
La iniciación sexual del 48 por ciento de los adolescentes se produce de manera “forzada”, reveló una encuesta realizada en 2003 en nueve países de la región. Las Bahamas tiene el nada envidiable récord mundial en la tasa de violacione.
Diversas por sus herencias coloniales, sus tamaños, sus poblaciones, sus idiomas y sus niveles de vida, las islas tiene un punto en común: se han convertido en una de las principales placas giratorias del tráfico de estupefacientes.
Exceptuando el cannabis jamaiquino, la región no produce droga. Pero una parte importante de la cocaína colombiana transita por aquí en su ruta hacia América del Norte y Europa, una práctica que en expansión. En 2005, al menos 10 toneladas de cocaína pasaron por Jamaica, y 20 toneladas por la isla de La Hispaniola, que comparten Haití y República Dominicana.
El trasiego de heroína y de drogas sintéticas, de manera notoria de éxtasis, ha aumentado fuertemente en los últimos años. Entre los 20 países identificados por Estados Unidos como los centros de mayor producción o de tránsito de drogas, cuatro pertenecen al Caribe:
Las Bahamas, República Dominicana, Haití y Jamaica. Los servicios de los traficantes regionales son a menudo remunerados con mercancía, que son distribuidas localmente. En una veintena de años el consumo de cocaína y de crack se ha expandido a todas las esferas sociales de la población.
En República Dominicana las pandillas, llamadas “naciones”, reclutan a niños para distribuir las drogas. Según el Código Penal, los menores de menos de 13 años no pueden ser arrestados. Excluidos de un sistema educativo deficiente, sin perspectivas de empleo, los jóvenes pagan el tributo más alto por la violencia ligada al tráfico de drogas. Este es el motivo por el que la mayoría de las víctimas de homicidio en República Dominicana tienen entre 11 y 30 años.
Estrechamente ligado al negocio ilícito de estupefacientes, el tráfico de armas está en plena expansión. En la mayoría de los países de la región, como Jamaica y República Dominicana, la proliferación de las armas de fuego no es nueva. Los partidos políticos las distribuían en el pasado a sus simpatizantes y el porte de armas, legal o no, es común. Poco a poco los fusiles de asalto y las armas de guerra, a menudo compradas en Estados Unidos, son introducidos de contrabando.
Cultura de corrupción
Trinidad y Tobago es un país en donde los crímenes han aumentado fuertemente. Son dos islas gemelas, en donde la economía está “dopada” por los precios de los hidrocarburos, (y que atraviesa una) conocida explosión en el número de secuestros.
Un elemento nuevo en la región, los secuestros a cambio de una suma de rescate se han convertido en una verdadera industria en Trinidad y Tobago y en Haití. La corrupción le sirve de manto protector a la criminalidad. En Haití, las mafias han ocupado el vacío creado por el hundimiento del Estado.
Ilustrativo de la cultura de la corrupción y la impunidad que se ha granjeado República Dominicana es el reporte del Banco Mundial que recuerda el escándalo de Baninter, uno de los principales bancos comerciales.
Su quiebra fraudulenta, en 2003, costó el equivalente al 16% del producto interno bruto (PIB) y hundió en la pobreza a 1.5 millones de dominicanos, el 16% de la población. Al día de hoy, ninguno de los responsables de este desastre está en prisión o ha sido condenado. Los criminales de cuello blanco exhiben sin pudor sus helicópteros y sus villas suntuosas, mientras que pobres han pasado años en prisión preventiva por el robo de una gallina.
“La criminalidad y la violencia constituyen el problema del desarrollo”, señala Carolina Anstey, la responsable para el Caribe del Banco Mundial. Según el organismo internacional, una reducción de un tercio en las tasas de homicidio equivaldría a doblar la tasa de crecimiento per cápita de la región. Si Haití y Jamaica llegan a reducir sus tasas de homicidio al nivel de Costa Rica, sus ingresos por habitantes aumentarían en un 5.4% por año. Para República Dominicana, la ganancia sería de un 1.8%.
Pérdidas humanas y materiales, cuidados, justicia, policía, prisiones, aumento de los gastos privados de seguridad: en todos los países, los costos de la criminalidad no cesan de aumentar. La violencia aleja a los inversionistas y aumenta los costos de las empresas, que deben de financiar su seguridad o pagarles a los extorsionistas que, muchas veces, están uniformados.
El principal renglón de actividad regional, el turismo, hasta el momento, ha sufrido poco el aumento de la criminalidad. En Jamaica y en República Dominicana los hoteleros han construido enclaves en donde los turistas están aislados de las poblaciones locales.
Pero estos resorts son resguardados por guardianes armados y pertenecen generalmente a cadenas extranjeras que contribuyen con las economías locales y, en consecuencia, a la lucha contra la pobreza que, en definitiva, lo único que puede frenar la delincuencia.
2
...en el caso de la quiebra fraudulenta del Banco Intercontinental (Baninter), como un ejemplo de los “crímenes de cuello blanco”, en donde sus perpetradores “hacen alarde de sus helicópteros y de sus lujosas villas mientras un pobre dura años en prisión preventiva por robarse un pollo”. Según Leonel, en vez de fraude lo que ocurrió fue "un mal manejo" de las pasadas autoridades. ¿Hasta cuándo seguirá nuestro presidentazo apoyando a estos ?
carlos r
El nivel de violencia que afecta a nuestro pais tendra tarde o temprano un efecto negativo sobre el desarrollo del sector turistico. La imagen del pais en Europa cambio totalmente en estos ultimos 4 a 5 anos y la Republica Dominicana es hoy frecuentemente mencionada en la prensa internacional en noticias relacionadas con actos de violencia de todo tipo. De seguir asi el turismo se limitara a operar en " zonas francas turisticas" tipo Casa de Campo o Cap Cana lo que afectara su crecimiento.
pablo
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