La ultraizquierda dogmática y minoritaria, aislada del pueblo y agazapada lamentablemente en Aporrea, dispara sus dardos contra Nicolás Maduro, emulando a los opinadores de la derecha (aunque con argumentos diferentes, es verdad). Casi todos hablan con tono pontificador y poses de sabihondos. Ven pequeños burgueses por todos lados, pero ellos mismos son presas del subjetivismo pequeño burgués. Lo cierto es que demuestran gran ignorancia de la historia, incluso de la más reciente, y una asombrosa ceguera que les impide ver la terca realidad.
Ahora cargan con furia y presentan a Maduro como un traidor al legado de Chávez por haber convocado la Conferencia Nacional por la Paz. Para ello echan mano de un recetario socialista libresco y maniqueo.
¿Tiene el tema de la paz relación con la lucha de clases? Por supuesto que sí, pero no en el sentido simplón de estos revolucionarios sin pueblo (a menos que se crea que el pueblo son los pocos miles de lectores de Aporrea, sin desmeritar a este medio que promueve el debate interno, como debe ser). Lo de sin pueblo tiene que ver además con el hecho de que no es necesario hacer encuestas para saber que el pueblo mayoritario respalda esa iniciativa de Maduro, basta con conocer encuestas anteriores para inferir la opinión de la mayoría.
Veamos algunos ejemplos de cómo han manejado grandes líderes revolucionarios, con gran flexibilidad táctica, el tema de la paz, así como diversas alianzas con la burguesía e inclusive con actores imperialistas. Son varios:
1.- El Tratado de Brest-Litovsk
Uno de los acontecimientos que influyó notablemente en el desenlace victorioso de la Revolución Soviética fue la Primera Guerra Mundial. La entrada del Imperio zarista en la Primera Guerra Mundial incrementó la pobreza y los sufrimientos del pueblo ruso. Las derrotas militares exacerbaron el descontento de las masas populares. El descontento popular contra la guerra fue uno de los factores que impulsaron la abdicación del Zar Nicolás II, ante la amenaza de una sublevación masiva contra la monarquía. El Gobierno Provisional Ruso de Alexander Kerensky, pese a que la mayoría de la población rusa deseaba concluir el conflicto contra los Imperios Centrales, se negó a terminar la guerra, argumentando que la incapacidad del mando militar zarista era la principal causa de las derrotas y que una victoria importante incrementaría la fortaleza de su gobierno. A finales de abril de 1917, dos millones de soldados rusos habían desertado en un período de dos meses. Los bolcheviques aseguraban que podrían obtener la paz sin que Rusia debiera ceder territorio ni pagar indemnizaciones de guerra. El tiempo demostró que esto era una ilusión, de la cual participaron Lenin y Trotsky, pues las condiciones reales negaban esta posibilidad.
Después de varios descalabros militares de los rusos y del fortalecimiento de las posiciones del Imperio Alemán, se produce la Revolución de Octubre que lleva a los bolcheviques al poder. Desde ese momento se producen dos grandes corrientes entre los revolucionarios rusos, una liderada por Lenin que proponía la salida inmediata de Rusia de la guerra, aunque esto significara pactar la paz con el Imperio alemán y el Imperio otomano, lo cual significó a la sazón la pérdida de grandes porciones de territorio para Rusia: Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania, Besarabia, Ardahan, Kars y Batumi. El tratado de paz impulsado por Lenin fue más bien una capitulación necesaria para poder salvar la naciente revolución bolchevique y evitar que el Imperio alemán se apoderara de toda Rusia. La otra corriente, radical a rajatablas, era contraria al armisticio y la comandaba Nicolás Bujarín. ¿Cuáles eran los argumentos de este radical? Bujarín afirmaba que una paz duradera entre un estado capitalista y una república socialista no era posible, y se oponía firmemente a la firma de cualquier tratado. Pero Lenin no pensaba en ninguna paz duradera, sino en la salvación de la Revolución y de la Patria rusa, ante la irrebatible realidad de que el ejército rojo estaba en camino de una inevitable derrota. Fue esta última posición sensata la que se impuso. El 22 de febrero León Trotsky, que había mantenido posiciones intermedias y trataba de que se prolongarán las negociaciones al máximo posible, firmó el Tratado que sacó a Rusia de la guerra, convencido ya de que no había ninguna posibilidad de que el ejército rojo alcanzara la victoria. Ese mismo año, Alemania resultó derrotada por las fuerzas que se le oponían y Rusia no solo preservó la Revolución bolchevique, sino que además recuperó la mayoría de los territorios perdidos. Si los revolucionarios hubiesen tomado el camino dogmático y radical de Bujarín, otro gallo hubiese cantado. De este modo el tiempo demostró que Lenin, al acordar la paz con los imperialistas alemanes en condiciones desventajosas, no había traicionado ni a la revolución ni a su Patria, sino que había actuado con realismo y acierto.
2.- El pacto de Mao Zedong y Chiang Kai-skek
El líder del Kuomintang, el partido anticomunista respaldado por Estados Unidos en los años de la Segunda Guerra Mundial, Chiang Kai-shek, lideró la guerra civil entre sus fuerzas y las del Partido Comunista Chino, dirigido por Mao Zedong. Cuando Japón invade China, se produce el llamado incidente de Sian, cuando los japoneses hacen prisionero a Chiang. Mao había hecho contactos con dirigentes del Kuomintang a fin de proponerles la suspensión de la guerra civil y la unión de fuerzas para enfrentar a los imperialistas japoneses. Finalmente, este acuerdo de paz se realiza, se unen los comunistas y los anticomunistas, y derrotan a los japoneses. Después de esa victoria se reedita la guerra civil entre los seguidores de Mao y de Chiang, hasta que los comunistas triunfan y en 1949 se corona la Revolución China.
3.- La Revolución democrática burguesa en China
Muchos ignoran que cuando lo comunistas chinos toman el poder, no declararon la revolución como socialista. Los líderes revolucionarios, con Mao a la cabeza, hacen un pacto de clases que comprende al proletariado, el campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía nacionalista. Esta política ajustada al carácter atrasado y semifeudal que tenía la sociedad china, fue llamada “Nueva Democracia” y soportó ataques desde la derecha y desde la “izquierda”. Dejemos que el mismo Mao hable, en un material que lleva el sugerente y apropiado título “Refutación de la palabrería de ‘izquierda’”: “Siendo impracticable el camino capitalista de la dictadura burguesa, ¿es posible entonces el camino socialista de la dictadura del proletariado? No, tampoco es posible…No cabe duda de que la actual revolución, que es la primera etapa, se desarrollará hasta llegar al socialismo, que es la segunda. Sólo con el socialismo conocerá China la verdadera felicidad. Pero todavía no es el momento de realizar el socialismo. Luchar contra el imperialismo y el feudalismo es la actual tarea de la revolución china, y mientras no se la haya cumplido, no se puede hablar de socialismo. La revolución china pasará forzosamente por dos etapas: primero, la de la nueva democracia, y luego, la del socialismo. Además, la primera llevará bastante tiempo, no puede consumarse de la noche a la mañana. No somos utopistas y no podemos apartarnos de las condiciones reales que enfrentamos”. Sobre los radicales “izquierdistas” que atacaban estas líneas con su “palabrería”, dijo el gran líder chino: “… hay otros que, al parecer sin mala fe, se han dejado embaucar por la ‘teoría de una sola revolución’ y por la idea puramente subjetiva de ‘hacer de un solo golpe la revolución política y la revolución social’; no comprenden que la revolución se divide en etapas, que sólo se puede pasar a la segunda etapa luego de cumplida la primera y que es imposible hacerlo todo ‘de un solo golpe’. Su punto de vista es igualmente muy dañino, porque confunde las etapas de la revolución y debilita los esfuerzos dirigidos a la tarea presente”.
4.- La reunión Nixon-Mao
A los ultraizquierdistas dogmáticos ha de darles escozor la famosa foto de Mao Zedong y Richard Nixon, presidentes de China y Estados Unidos, sonrientes y dándose las manos en Beijing, en febrero de 1972. Al finalizar la visita, los dos países firmaron el “Comunicado de Shanghái”, que abrió las puertas a la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Poco después, Estados Unidos retiró sus fuerzas militares de Taiwán, aunque mantuvo acuerdos militares con este enclave. Igualmente, Estados Unidos aceptó poco después oficialmente el postulado de “Una sola China” que el gobierno de Beijing ya había formulado para fundamentar sus reivindicaciones de soberanía a ambos lados del estrecho de Taiwán. Nixon y el gobierno de Estados Unidos reafirmaron sus intereses en una solución pacífica al problema de Taiwán, que pudiera ser acordada también por los propios chinos. Esta declaración habilitaba al gobierno de EEU.UU. y a la República Popular China a omitir de modo temporal “la cuestión crucial que obstruye la normalización de las relaciones”, refiriéndose al estatuto político de Taiwán y la apertura comercial entre ambos países.
Estos son ejemplos de reuniones y pactos que los dogmáticos describirían como “contra natura”, pero que se fundamentaron en situaciones reales, concretas, no capítulos de algún libro, que afectaban a las fuerzas revolucionarias, las naciones, los Estados, en medio de las complejidades de la sociedad, las cuales no pueden ser manejadas con ideas fijas, manuales, recetas ni reduccionismos.
Pues bien, para el final hemos dejado la joya de la corona de nuestro artículo, la reunión secreta (después develada) que sostuvieron el 18 de junio de 2004 Hugo Chávez y Gustavo Cisneros, a la sazón el burgués por antonomasia, el más grande ricachón de Venezuela, el símbolo nacional del capitalismo. Poco más de un año antes, en un discurso pronunciado el 10 de enero del 2003, Chávez se refirió a Cisneros en términos que claramente lo definían como uno de los mayores enemigos del pueblo venezolano: “por allá por Naciones Unidas, muy cerca de las instancias máximas, anda uno de ellos, anda un fascista, anda un golpista y que es dueño de una televisora aquí en Venezuela, que se llama Gustavo Cisneros, ese es uno de los más grandes responsables de lo que aquí está pasando en Venezuela, uno de los más grandes responsables y yo lo acuso ante el pueblo y ante el mundo por golpista y por fascista”.
Dos días después del encuentro, que ya se había conocido públicamente, Chávez dijo: “Yo al señor Cisneros le dije, y le di mano, bienvenido, bienvenido y qué gusto me da que nos podamos sentar a conversar, porque usted es un venezolano, y vamos a tomarnos un café y vamos a conversar, y lo haría con cualquier venezolano que de verdad quiera venir a hablar de cosas serias. Dentro de la Constitución todo, fuera de ella absolutamente nada”. Y días después, en entrevista que le hiciera Eleazar Díaz Rangel: “Cisneros sabe que él, su medio, su empresa y su familia puede coexistir con este proyecto, siempre y cuando respete la Constitución y las leyes, y reconozca las autoridades como lo ha venido haciendo”.
En cuanto a Cisneros, este dijo, igualmente poco después de la reunión: “Hablamos extensamente acerca del problema de la pobreza en Venezuela. El Presidente Chávez y yo compartimos la misma opinión: el tema de la pobreza debía unir al país, sobre todo en vista del alto crecimiento de hogares que se colocaban bajo la línea de la pobreza. Por mi parte, insistí en que una vez finalizado el proceso de referendo, el diálogo nacional debía enfocarse en la búsqueda de soluciones al citado problema. Manifesté que los venezolanos debían dirigir sus esfuerzos a mejorar la educación y a estimular las capacidades empresariales nacionales, para así competir exitosamente en los mercados mundiales”.
Al reunirse Chávez con Cisneros ¿Se estaba traicionando a sí mismo? ¿Estaba traicionando al pueblo y a la Revolución? Recordemos en qué situación se dio esta reunión. 15 días antes, el 3 de junio de aquel año, Chávez reconoció en cadena nacional que la oposición había recogido las firmas suficientes para activar el referendo revocatorio, que en esa misma fecha fue convocado para agosto. El imperialismo y la derecha fascista, relativamente recuperados de sus derrotas del año 2002, enfilaban todas sus baterías contra el Gobierno revolucionario. La Revolución estaba en peligro inminente. En esa circunstancia, el papel de los medios de comunicación era fundamental. Los actores de la reunión expresaron que en la misma no se había hecho ningún pacto. Sin embargo, los resultados se vieron de inmediato. A dos meses de aquel referendo decisivo, uno de los tres más importantes canales de TV privados nacionales, Venevisión, se vio neutralizado hacia el final de la batalla del revocatorio, y poco tiempo después lo siguió otro de los tres grandes, Televen, y el imperialismo y la derecha fascista perdieron dos armas de alto calibre. La evidencia de esto se registró finalmente dos años más tarde en el Informe Final Elección Presidencial Venezuela 2006, realizado por la Unión Europea, a propósito de su papel como observador internacional de la contienda electoral presidencial del año 2006, evento donde el presidente Chávez logró su reelección como primer mandatario: “El tono de Televen y Venevisión fue poco crítico en general con las dos principales coaliciones, pero, desde un punto de vista cuantitativo, las dos favorecieron abiertamente la posición oficialista. Venevisión dedicó 84% del tiempo de información política a la posición oficialista y sólo 16% a la coalición ‘Unidad’ –opositora-, mientras que Televen le dio 68% a la coalición de Chávez y 32% a la de Rosales”. La reunión con Cisneros fue una jugada de alto vuelo político, estratégico, de Hugo Chávez, a la cabeza de una revolución que desde un principio se ha fundamentado en la proclama libre y anti dogmática de Simón Rodríguez: o inventamos o erramos.
Finalmente ¿En qué condiciones se da la convocatoria hecha por Maduro a una Conferencia Nacional por la Paz? Enumeremos, para facilitar la comprensión:
1.- Está en marcha un plan imperialista de alta intensidad destinado al derrocamiento violento de Nicolás Maduro por cualquier medio, incluido por supuesto el militar y/o el intervencionismo en cualquier modalidad
2.- Están actuando comandos violentos entrenados y armados para la ocasión, con acciones de laboratorio que pretenden establecer una situación de violencia crónica en un planteamiento de caos sostenido que afecte la gobernabilidad del país, profundice problemas económicos y de servicios públicos, y prepare el escenario, al mediano plazo, para la intervención internacional por cualquier vía
3.- Toda la oposición política, en su conjunto, se ha sumado al plan golpista con distintos niveles y modalidades de participación, incluida la omisión interesada
4.- Se ha creado, a través del sabotaje, el acaparamiento y la especulación, una difícil situación económica para el pueblo, caracterizada por alta inflación y escasez relativa de productos, para generar distintos niveles de descontento que erosionen la base social de la Revolución
5.- Está en desarrollo, nacional e internacionalmente, la que probablemente sea la más extendida e inclemente campaña mediática de desprestigio y satanización de la Revolución desde 1999, con Nicolás Maduro como foco principal
6.- Se han activado de manera creciente factores políticos internacionales para tratar de profundizar el desprestigio de la Revolución e intervenir directamente en la situación venezolana. Muestra de ello son las posiciones asumidas por el propio Estados Unidos, la Unión Europea, Colombia, Panamá, la relatoría de derechos humanos de la ONU, la CIDH, la secretaría general de la OEA
7.- Se activan igualmente los aparatos institucionales creados por el imperialismo para manipular con el tema de los derechos humanos, como por ejemplo Amnistía Internacional y Human Rights Watch
8.- Se suman programadamente factores que no se habían hecho presentes en conspiraciones anteriores con tal fuerza, como es el caso de figuras nacionales e internacionales de la farándula, manejadas por corporaciones mediáticas y audiovisuales de Estados Unidos donde tienen influencia el gran capital internacional y la gusanera cubana de Miami
Es en este contexto que el presidente Maduro lanza su iniciativa de la Conferencia Nacional por la Paz, una táctica política correcta en el contexto antes mencionado, por las razones que igualmente enumeramos:
1.- Es absolutamente necesario determinar cuál es el enemigo principal de la Revolución Bolivariana en esta etapa: el imperialismo norteamericano y la derecha política fascista aglutinada en la MUD, entente opositora que se ha puesto a la cola de sus factores más radicales
2.- Siendo así, la táctica de paz nacional busca aislar políticamente a estos factores y desenmascarar sus designios violentos ante la mayoría del pueblo que no apoya las guarimbas, las trancas de calles, las prácticas incendiarias y el ataque a bienes públicos, incluidos aquellos de los cuales se sirve directamente el pueblo, como los sistemas de transportes y los centros de misiones sociales.
3.- Las justas consignas de paz han logrado mantener al pueblo en las calles a diario, ya que se trata de un anhelo nacional, como lo demuestran las magníficas demostraciones de estudiantes, mujeres, trabajadoras y trabajadores petroleros, personas de la tercera edad, campesinos y campesinas, motorizados y otros sectores
4.- Así como en el juego del ajedrez los jugadores experimentados hacen cada jugada adelantándose a tres, cuatro, cinco y hasta más probables jugadas, los políticos de buena estirpe deben pensar más allá de la coyuntura del momento. La situación económica del país es un peligro por la posible erosión del apoyo popular a la Revolución, lo cual podría reflejarse negativamente en las próximas batallas electorales (parlamentarias de 2015, probable referéndum revocatorio de 2016). Por ello es correcto tratar de llegar a acuerdos puntuales con sectores de la burguesía, si se apartan de la conspiración actual en marcha, que faciliten el abastecimiento de productos y en control de la inflación. Las posibles alianzas económicas puntuales (tácticas) con sectores de la burguesía deben realizarse sin complejos y con visión de mediano alcance. Por supuesto, persisten y persistirán las contradicciones estratégicas antagónicas con la gran burguesía monopolista.
El Plan de la Patria que diseñó Chávez tiene como punto señero la defensa de la independencia de Venezuela. Derrotar al imperialismo y a sus lacayos en su plan actual de derrocar a Maduro y acabar con la Revolución Bolivariana, persigue en primer lugar ponernos al servicio de los intereses del imperialismo y acabar con el camino de liberación nacional que señaló Hugo Chávez. Quien no apoye sin cortapisas a Nicolás Maduro en la ardua tarea de salvaguardar la continuidad de la Revolución y enfrentar la gran conspiración que adelanta, con todos los hierros, el Imperialismo, se convierte objetivamente en cómplice de ello, así no sea esa la intención. Como reza el adagio: de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.
¡Frente al plan criminal fascista imperialista, unidad, lucha, batalla y victoria!
¡Viva la Conferencia Nacional por la Paz!
¡Viva Nicolás Maduro!
¡Viva la Revolución Bolivariana!
¡Chávez vive, Maduro sigue!
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