Por: ANA JOSEFA GIL MATEO
"Arrojado de mi suelo natal por ese bando parricida que empezando por proscribir a perpetuidad a los fundadores de la República ha concluido por vender al extranjero la Patria, cuya independencia jurara defender a todo trance, he arrastrado durante veinte años la vida nómada del proscrito." -Juan Pablo Duarte y Diez
"Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones." -Juan Pablo Duarte y Diez
Tras cincuenta (50) años de la caída del régimen Trujillista es preciso replantear la democracia dominicana, pues dista mucho de ser el gobierno emanado de la voluntad del pueblo debido al establecimiento de la partidocracia que asigna el monopolio electoral a los partidos políticos, de manera muy especial a los dos partidos mayoritarios que fueron fundados con un mismo ideal por el profesor Juan Bosch, pero que lamentablemente muchos de sus miembros los han desnaturalizado con su mal proceder.
Tanto el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), como el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), por ser los dos partidos mayoritarios en cuanto a recursos asignados por la Junta Central Electoral, miembros inscritos y votos obtenidos en los torneos electorales celebrados en los últimos quince años, han venido estableciendo las reglas de juego para alternar la pelota de un equipo a otro, transfiriéndose el poder de mal gobernar el Estado, llegando inclusive a pactar con elegantes corbatas azules en contra de las masas.
Los partidos minoritarios que suman ya unos veinticinco (25) no escapan a los despropósitos políticos de esos dos colosos, pues aunque no todos sí la mayoría de ellos, cual si fueran hiedra se adhieren a la repartición del botín que se obtiene mediante la contienda electoral, que a partir del 2012 será cada cuatro años, por lo que aumentarán sus necesidades de obtener trozos de instituciones gubernamentales para no dejar morir los compañeritos que “botan el forro” en cada contienda electoral, pues estos últimos no pueden contar con los recursos que transfiere la Junta Central Electoral, ya que los mismos son gastados por casi todos estos partidos sin justificación ni documentación adecuada que los sustenten.
Son pocos hasta ahora, los presidentes o líderes de esos partidos minoritarios que mantienen su accionar y su discurso con apego a verdaderos ideales democráticos, pero se ven amenazados ante la presencia de la partidocracia ya que esta es una enfermedad degenerativa de la democracia y cual si fuera el más agresivo cáncer ya ha hecho metástasis en el sistema político dominicano al arrebatarle al pueblo su soberanía transfiriendo el poder de gobernar la República Dominicana entre el PLD y el PRD y sus respectivos aliados cual si fueran el equipo blanco contra el equipo morado apostando a quien se queda con la pelota en su cancha por cuatro años o más agravando los problemas nacionales que incrementan la desigualdad social.
La partidocracia que ha venido imperando en el país obliga a reflexionar pues las masas están saturadas. El hartazgo que tiene el pueblo dominicano de la repetición de lo mismo ante el cambio de gobernante dada la corrupción, la delincuencia, el narcotráfico, el abuso de poder que ejercen muchos de los que están en el gobierno de turno, sea morado o blanco lo conducen a preguntarse: ¿Dónde esta la verdadera opción que nos haga confiar en un real cambio? Asoma el desaliento al comprender que hay algo que ya no tiene remedio y sin saber piensan en la partidocracia, en ese cáncer aterrador que va aniquilando aquella democracia que surgió de las entrañas del pueblo al diseminar su semilla en aquel 30 de mayo de 1961 con el ajusticiamiento del sátrapa Rafael Leonidas Trujillo.
Y es que el proceso de democratización es muy complejo cuando los viejos esquemas se resisten a desaparecer. Son esos longevos pseudos generales de la política dominicana quienes han estado tirando la pelota y dirigiendo el juego utilizando títeres que se dejan colocar la banda presidencial, y que al llegar al palacio nacional son manejados por quienes hilan la corrupción; es por eso que los dos partidos políticos mayoritarios de la República Dominicana han reprobado en materia de confianza ciudadana.
Sin embargo, estos dos partidos políticos vuelven a ganar las elecciones e intercambian las posiciones al pasar de partido en el gobierno a partido en la oposición, y es tanto el consenso al que han llegado que ya ni se distingue bien cuál está en la oposición, salvo porque sus compañeritos languidecen, pues ante las declaraciones del gobernante y sus cortesanos; los de la oposición, actualmente los PRD, no emiten declaración alguna para no merecer el pseudónimo de traidor ante el atroz pacto hecho por los presidentes de ambos partidos, el Dr. Leonel Fernández y el Ing. Miguel Vargas, a quienes “los otros poderosos de la corriente partidaria contraria”, y no precisamente las bases, les han cerrado el paso para las elecciones venideras del 2012, desatando tras bambalinas una verdadera lucha de poder entre los actores principales de la partidocracia dominicana.
Ahora van abriendo el telón y dando paso a la buena imagen de unidad partidaria, ya lo hizo el PRD y comienza a hacer pinitos el PLD; pues es obvio que lo que ocupa y preocupa es mantener el poder para no dejar a un lado el patrimonialismo partidista que es lo que perciben los activistas como un medio para conseguir empleo u otros jugosos beneficios por parte del Estado tras el alegato de haber “gastado las suelas de los zapatos” para mantener o llevar al poder el partido desvirtuando así el verdadero rol a jugar por los partidos políticos al convertirlos en simples agencias de empleos o despacho para el tráfico de influencias y demás que conllevan a tener gobernantes que aún teniendo vista 20-20, no ven pero tampoco escuchan ni denuncian los casos de corrupción que afloran en sus gobiernos, salvo que sean competencias de la Agencia Norteamericana Antidrogas (DEA) se consideran “casos aislados” y lo admiten como válidos entre tantos.
El sistema político dominicano posee instituciones políticas débiles que no contribuyen a un verdadero proceso de democratización, más bien se han unificado en su mayoría para permitir la evolución del clientelismo político dejando atrás el cara a cara al sustituirlo por formas más institucionalizadas e impersonales tal cual destaca el PLD con la denominada “Nómina CB” y frente a los ciudadanos al pretender hacerles creer que las Tarjetas de Solidaridad y del Seguro de Salud son privilegios que solamente esa institución denominada Partido de la Liberación Dominicana pueden conceder a sus miembros y simpatizantes de la sociedad civil.
Y es que la metástasis de la partidocracia dominicana ha avanzado tanto que en las últimas nominaciones de candidaturas hemos visto el monopolio que ejercen los presidentes de los partidos mayoritarios para “señalar con el dedo” o excluir a ciudadanos del derecho a ser electos garantizando siempre los intereses de los grupos de poder que dominan dentro de dichos partidos, aunque hay que reconocer que algo le falló al “líder del partido morao” al intentar la jugada maestra de retener el poder a través de la propia esposa, viéndose obligado a poner en práctica el arte de la prudencia asumiendo una posición de neutralidad, de hecho no de derecho, para no convertirse en iceberg destrozado por la quilla del poderoso trasatlántico.
Ahora a Leonel Fernández sólo le resta esperar pacientemente que los cálidos vientos enfríen para fortalecerse con miras al 2016 y volver con apariencia de líder a rugir en procura de continuar ostentando el poder cuya antorcha se disputan exclusivamente el PLD y el PRD, donde el Agron. Hipólito Mejía es capaz de articular la maquinaria perredeista para aplastar con su carismática figura aún fuera del poder a Danilo Medina quien a pesar de sus esfuerzos no logra meterse en el corazón de la gente, y luego ver al nuevo presidente junto a su gabinete haciendo más de lo mismo durante cuatro años mientras esperamos que el Dr. Leonel Fernández vuelva a enconarlo para sacar del palacio nueva vez al PRD sustentando la partidocracia que carcome la democracia dominicana en detrimento del pueblo, pues hacen de todo, pero no solucionan los problemas del pueblo que los elige y en consecuencia ejercen indebidamente el poder para beneficio de aquellos, que cual si fueran plagas, pululan en ambos partidos políticos dispuestos a lo que sea con tal de continuar disfrutando de las mieles del poder.
"Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones." -Juan Pablo Duarte y Diez
Tras cincuenta (50) años de la caída del régimen Trujillista es preciso replantear la democracia dominicana, pues dista mucho de ser el gobierno emanado de la voluntad del pueblo debido al establecimiento de la partidocracia que asigna el monopolio electoral a los partidos políticos, de manera muy especial a los dos partidos mayoritarios que fueron fundados con un mismo ideal por el profesor Juan Bosch, pero que lamentablemente muchos de sus miembros los han desnaturalizado con su mal proceder.
Tanto el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), como el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), por ser los dos partidos mayoritarios en cuanto a recursos asignados por la Junta Central Electoral, miembros inscritos y votos obtenidos en los torneos electorales celebrados en los últimos quince años, han venido estableciendo las reglas de juego para alternar la pelota de un equipo a otro, transfiriéndose el poder de mal gobernar el Estado, llegando inclusive a pactar con elegantes corbatas azules en contra de las masas.
Los partidos minoritarios que suman ya unos veinticinco (25) no escapan a los despropósitos políticos de esos dos colosos, pues aunque no todos sí la mayoría de ellos, cual si fueran hiedra se adhieren a la repartición del botín que se obtiene mediante la contienda electoral, que a partir del 2012 será cada cuatro años, por lo que aumentarán sus necesidades de obtener trozos de instituciones gubernamentales para no dejar morir los compañeritos que “botan el forro” en cada contienda electoral, pues estos últimos no pueden contar con los recursos que transfiere la Junta Central Electoral, ya que los mismos son gastados por casi todos estos partidos sin justificación ni documentación adecuada que los sustenten.
Son pocos hasta ahora, los presidentes o líderes de esos partidos minoritarios que mantienen su accionar y su discurso con apego a verdaderos ideales democráticos, pero se ven amenazados ante la presencia de la partidocracia ya que esta es una enfermedad degenerativa de la democracia y cual si fuera el más agresivo cáncer ya ha hecho metástasis en el sistema político dominicano al arrebatarle al pueblo su soberanía transfiriendo el poder de gobernar la República Dominicana entre el PLD y el PRD y sus respectivos aliados cual si fueran el equipo blanco contra el equipo morado apostando a quien se queda con la pelota en su cancha por cuatro años o más agravando los problemas nacionales que incrementan la desigualdad social.
La partidocracia que ha venido imperando en el país obliga a reflexionar pues las masas están saturadas. El hartazgo que tiene el pueblo dominicano de la repetición de lo mismo ante el cambio de gobernante dada la corrupción, la delincuencia, el narcotráfico, el abuso de poder que ejercen muchos de los que están en el gobierno de turno, sea morado o blanco lo conducen a preguntarse: ¿Dónde esta la verdadera opción que nos haga confiar en un real cambio? Asoma el desaliento al comprender que hay algo que ya no tiene remedio y sin saber piensan en la partidocracia, en ese cáncer aterrador que va aniquilando aquella democracia que surgió de las entrañas del pueblo al diseminar su semilla en aquel 30 de mayo de 1961 con el ajusticiamiento del sátrapa Rafael Leonidas Trujillo.
Y es que el proceso de democratización es muy complejo cuando los viejos esquemas se resisten a desaparecer. Son esos longevos pseudos generales de la política dominicana quienes han estado tirando la pelota y dirigiendo el juego utilizando títeres que se dejan colocar la banda presidencial, y que al llegar al palacio nacional son manejados por quienes hilan la corrupción; es por eso que los dos partidos políticos mayoritarios de la República Dominicana han reprobado en materia de confianza ciudadana.
Sin embargo, estos dos partidos políticos vuelven a ganar las elecciones e intercambian las posiciones al pasar de partido en el gobierno a partido en la oposición, y es tanto el consenso al que han llegado que ya ni se distingue bien cuál está en la oposición, salvo porque sus compañeritos languidecen, pues ante las declaraciones del gobernante y sus cortesanos; los de la oposición, actualmente los PRD, no emiten declaración alguna para no merecer el pseudónimo de traidor ante el atroz pacto hecho por los presidentes de ambos partidos, el Dr. Leonel Fernández y el Ing. Miguel Vargas, a quienes “los otros poderosos de la corriente partidaria contraria”, y no precisamente las bases, les han cerrado el paso para las elecciones venideras del 2012, desatando tras bambalinas una verdadera lucha de poder entre los actores principales de la partidocracia dominicana.
Ahora van abriendo el telón y dando paso a la buena imagen de unidad partidaria, ya lo hizo el PRD y comienza a hacer pinitos el PLD; pues es obvio que lo que ocupa y preocupa es mantener el poder para no dejar a un lado el patrimonialismo partidista que es lo que perciben los activistas como un medio para conseguir empleo u otros jugosos beneficios por parte del Estado tras el alegato de haber “gastado las suelas de los zapatos” para mantener o llevar al poder el partido desvirtuando así el verdadero rol a jugar por los partidos políticos al convertirlos en simples agencias de empleos o despacho para el tráfico de influencias y demás que conllevan a tener gobernantes que aún teniendo vista 20-20, no ven pero tampoco escuchan ni denuncian los casos de corrupción que afloran en sus gobiernos, salvo que sean competencias de la Agencia Norteamericana Antidrogas (DEA) se consideran “casos aislados” y lo admiten como válidos entre tantos.
El sistema político dominicano posee instituciones políticas débiles que no contribuyen a un verdadero proceso de democratización, más bien se han unificado en su mayoría para permitir la evolución del clientelismo político dejando atrás el cara a cara al sustituirlo por formas más institucionalizadas e impersonales tal cual destaca el PLD con la denominada “Nómina CB” y frente a los ciudadanos al pretender hacerles creer que las Tarjetas de Solidaridad y del Seguro de Salud son privilegios que solamente esa institución denominada Partido de la Liberación Dominicana pueden conceder a sus miembros y simpatizantes de la sociedad civil.
Y es que la metástasis de la partidocracia dominicana ha avanzado tanto que en las últimas nominaciones de candidaturas hemos visto el monopolio que ejercen los presidentes de los partidos mayoritarios para “señalar con el dedo” o excluir a ciudadanos del derecho a ser electos garantizando siempre los intereses de los grupos de poder que dominan dentro de dichos partidos, aunque hay que reconocer que algo le falló al “líder del partido morao” al intentar la jugada maestra de retener el poder a través de la propia esposa, viéndose obligado a poner en práctica el arte de la prudencia asumiendo una posición de neutralidad, de hecho no de derecho, para no convertirse en iceberg destrozado por la quilla del poderoso trasatlántico.
Ahora a Leonel Fernández sólo le resta esperar pacientemente que los cálidos vientos enfríen para fortalecerse con miras al 2016 y volver con apariencia de líder a rugir en procura de continuar ostentando el poder cuya antorcha se disputan exclusivamente el PLD y el PRD, donde el Agron. Hipólito Mejía es capaz de articular la maquinaria perredeista para aplastar con su carismática figura aún fuera del poder a Danilo Medina quien a pesar de sus esfuerzos no logra meterse en el corazón de la gente, y luego ver al nuevo presidente junto a su gabinete haciendo más de lo mismo durante cuatro años mientras esperamos que el Dr. Leonel Fernández vuelva a enconarlo para sacar del palacio nueva vez al PRD sustentando la partidocracia que carcome la democracia dominicana en detrimento del pueblo, pues hacen de todo, pero no solucionan los problemas del pueblo que los elige y en consecuencia ejercen indebidamente el poder para beneficio de aquellos, que cual si fueran plagas, pululan en ambos partidos políticos dispuestos a lo que sea con tal de continuar disfrutando de las mieles del poder.
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