Conseguir que la juventud preste atención a un libro de filosofía es, para muchos, una tarea propia de superhéroes. Los más cínicos dirán que lograr que lean un libro ya lo es. Sin embargo, está sucediendo. En EE UU cada vez son más los textos que acercan, de una manera divertida, las teorías clásicas de la moral y la virtud al público contemporáneo. Antes fue 'Los Simpson y la filosofía', publicado en España por Blackie Books. Ahora, esta misma editorial presenta 'Los superhéroes y la filosofía'. Se trata de una colección de pequeños ensayos en la que un grupo de 16 profesores de Filosofía juzgan el comportamiento de Superman, Batman, Spiderman o los X-Men a la luz de las enseñanzas de Sócrates, Platón y Aristóteles.
«Sócrates debería haber sido escritor de cómic» proclama el guionista de historietas Mark Waid. Por más que la crítica cultural no valore el género, sus creadores han desarrollado todo un universo ético que se enfrenta a la realidad. Como Waid reconoce, «no es capaz de recordar más de nueve nombres de presidentes de EE UU», no obstante, sabe que para las nuevas generaciones, «el mundo que los rodea es un lugar más peligroso, injusto y jodido de lo que jamás hubieran pensado sus padres.(…) Es un lugar en el que siempre se impone el capitalismo sin freno, en el que los políticos mienten, en el que los ídolos deportivos se drogan y pegan a sus mujeres y en el que una valla blanca es sospechosa porque esconde cosas muy negras». ¿Cómo creer entonces que otro mundo es posible? «Porque la auténtica búsqueda de la sabiduría no empieza hasta que no admitimos que, en realidad, no sabemos nada». Sócrates dixit.
Dudemos. ¿No habrá más en las historietas gráficas que la simple aventura para entretener mocosos en pantalón corto? «Superman y Batman son el Platón y el Aristóteles del mundo del cómic», osa decir Tom Morris en el ensayo final del volumen. En ese momento, el lector se toma un segundo para encajar la patada en las tripas. Continúa Morris: «Platón es el filósofo teórico del ideal, pensador ultramundano, que aleja nuestra mirada de los detalles de este mundo y se centra en el modelo celestial del Bien. Superman viene del cielo, personifica nuestros ideales y está siempre comprometido con el Bien. Aristóteles, por el contrario, es un pensador terrenal, interesado en las Ciencias Naturales e inmerso en lo real y lo práctico. El inventor de la lógica (…) Análogamente, Batman es un superhéroe de este mundo, pragmático, luchador feroz que no vacila en usar todos los medios disponibles, la tecnología, las ciencias aplicadas, además de ser un detective excelso, que exhibe una lógica insuperable en todo lo que hace».
También se encarga el libro de la familia. Es el pasaje más flojo del texto. Seguramente porque, como los autores no se cansan de recordar, el cómic de superhéroes nace, en parte, para defender y publicitar el modo de vida y los valores de la América de los 50. La cuestión es la siguiente: ¿por qué sólo un grupo de defensores de la justicia, de los muchos equipos y ligas de superhéroes que existen, ha logrado convertirse en una familia, cuando todos presumen de ser como una familia? La respuesta, tramposa, es que Los 4 fantásticos son los únicos que representan una familia de superhéroes, y la razón: los lazos sanguíneos. No hace falta una licenciatura en Filosofía para darnos cuenta de que si p es igual a q, q es igual a p. Es decir, no es necesario un sesudo análisis que demuestre que Los 4 fantásticos se comportan como una familia, cuando todo el mundo sabe que Richard Reed está casado con Sue Store Reed y que a su vez el Hombre Antorcha es hermano de esta última. Blanco y en botella. A no ser que lo que pretenden Chris Ryall y Scout Typton en su ensayo sea insinuar que solo el sacrosanto modelo de familia tradicional puede considerarse como tal.