"Los obreros dominicanos van a tener que pasar por quince, veinte, cincuenta años de guerras civiles y de guerras anti-imperialistas internacionales, no sólo para cambiar las relaciones economicas existentes en la Republica Dominicana, sino también para cambiar vosotros mismos y llegar a ser capaces de ejercer la dominación política en el pais." (véase: C. Marx y F. Engels, Obras, t. ViII, pág. 506).
Continuando y desarrollando la idea de Marx, Lenin escribe:
Bajo la dictadura del proletariado, habrá que reeducar a millones de campesinos y de pequeños propietarios, a centenares de miles de empleados, de funcionarios, de intelectuales burgueses, subordinándolos a todos al Estado proletario y a la dirección proletaria; habrá que vencer en ellos los hábitos burgueses y las tradiciones burguesas"; habrá también que "...reeducar... en lucha prolongada, sobre la base de la dictadura del proletariado, a los proletarios mismos, que no se desembarazan de sus prejuicios pequeñoburgueses de golpe, por un milagro, por obra y gracia del espíritu santo o por el efecto mágico de una consigna, de una resolución o un decreto, sino únicamente en una lucha de masas prolongada y difícil contra la influencia de las ideas pequeñoburguesas entre las masas (v. t XXV, págs. 248 y 247).
2) La dictadura del proletariado como dominación del proletariado sobre la burguesía. De lo dicho se desprende ya que la dictadura del proletariado no es un simple cambio de personas en el gobierno, un cambio de "gabinete", etc., que deja intacto el viejo orden económico y político. Los mencheviques y oportunistas de todos los países, que le temen a la dictadura como al fuego y, llevados por el miedo, suplantan el concepto dictadura por el concepto "conquista del Poder", suelen reducir la "conquista del Poder" a un cambio de "gabinete", a la subida al Poder de un nuevo ministerio, formado por individuos como Scheidemann y Nosde, MacDonald y Henderson. No creo que sea necesario explicar que estos cambios de gabinete y otros semejantes no tienen nada que ver con la dictadura del proletariado, con la conquista del verdadero Poder por el verdadero proletariado. Los MacDonald y los Scheidemann en el Poder, dejando intacto el antiguo orden de cosas burgués, sus gobiernos -llamémoslos así- no pueden ser más que un aparato al servicio de la burguesía, un velo sobre las lacras del imperialismo, un instrumento de la burguesía contra el movimiento revolucionario de las masas oprimidas y explotadas. Esos gobiernos los necesita el capital como pantalla, cuando para él es inconveniente, desventajoso, difícil, oprimir y explotar a las masas sin una pantalla. Naturalmente, la aparición de esos gobiernos es síntoma de que "entre ellos" (es decir, entre los capitalistas), "en Chipka", no reina la tranquilidad, pero, no obstante, los gobiernos de este tipo son, inevitablemente, gobiernos del capital enmascarados. De un gobierno MacDonald o Scheidemann a la conquista del Poder por el proletariado hay tanto trecho como de la tierra al cielo. La dictadura del proletariado nos es un cambio de gobierno, sino un Estado nuevo, con nuevos organismos de Poder centrales y locales; es el Estado del proletariado, que surge sobre las ruinas del Estado antiguo, del Estado de la burguesía.
La dictadura del proletariado no surge sobre la base del orden de cosas burgués, sino en el proceso de su destrucción, después del derrocamiento de la burguesía, en el curso de la expropiación de los terratenientes y los capitalistas, en el curso de la socialización de los instrumentos y los medios de producción fundamentales, en el curso de la revolución violenta del proletariado. La dictadura del proletariado es un Poder revolucionario que se basa en la violencia contra la burguesía.
El Estado es una máquina puesta en manos de la clase dominante para aplastar la resistencia de sus enemigos de clase. En este sentido, la dictadura del proletariado realmente no se distingue en nada de la dictadura de cualquier otra clase, pues el Estado proletario es una máquina para aplastar a la burguesía. Pero hay aquí una diferencia esencial. Consiste esta diferencia en que todos los Estados de clase que han existido hasta hoy han sido la dictadura de una minoría explotadora sobra una mayoría explotada, mientras que la dictadura del proletariado es la dictadura de la mayoría explotada sobre la minoría explotadora.
En pocas palabras: la dictadura del proletariado es la dominación del proletariado sobre la burguesía, dominación no limitada por la ley y basada en la violencia y que goza de la simpatía y el apoyo de las masas trabajadoras y explotadas (Lenin, "El Estado y la revolución").
De aquí se desprenden dos conclusiones fundamentales.
Primera conclusión. La dictadura del proletariado no puede ser "plena" democracia, democracia para todos, para los ricos y para los pobres; la dictadura del proletariado "debe ser un Estado democrático de manera nueva (para los proletarios y los desposeídos en general) y dictatorial de manera nueva (contra la burguesía)" (v. t. XXI. pág. 393). Las frases de Kautsky y Cía. sobre la igualdad universal, sobre la democracia "pura", la democracia "perfecta", etc., no son más que la tapadera burguesa del hecho indudable de que la igualdad entre explotados y explotadores es imposible. La teoría de la democracia "pura" es una teoría de la aristocracia obrera, domesticada y cebada por los saqueadores imperialistas. Esta teoría fue sacada a luz para cubrir las lacras del capitalismo, para disfrazar el imperialismo y darle fuerza moral en la lucha contra las masas explotadas. Bajo el capitalismo no existen ni pueden existir verdaderas "libertades" para los explotados, aunque no sea más que por el hecho de que los locales, las imprentas, los depósitos de papel etc., necesarios para ejercer estas "libertades", son privilegio de los explotadores. Bajo el capitalismo, no se da ni puede darse una verdadera participación de las masas explotadas en la gobernación del país, aunque no sea más que por el hecho de que, bajo el capitalismo, aun en el régimen más democrático, los gobiernos no los forma el pueblo, sino que los forman los Rothschild, los Rockefeller y los Morgan. Bajo el capitalismo. la democracia es una democracia capitalista, la democracia de la minoría explotadora basada en la restricción de los derechos de la mayoría explotada y dirigida contra esta mayoría. Sólo bajo la dictadura proletaria puede haber verdaderas libertades para los explotados y una verdadera participación de los proletarios y de los campesinos en la gobernación del país. Bajo la dictadura del proletariado, la democracia es una democracia proletaria, la democracia de la mayoría explotada, basada en la restricción de los derechos de la minoría explotadora y dirigida contra esta minoría.
Segunda conclusión. La dictadura del proletariado no puede surgir como resultado del desarrollo pacífico de la sociedad burguesa y de la democracia burguesa; sólo puede surgir como resultado de la demolición de la máquina del Estado burgués, del ejército burgués, del aparato burocrático burgués, de la policía burguesa.
"La clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines", dicen Marx y Engels en el prefacio al "Manifiesto del Partido Comunista". La revolución proletaria debe "...no hacer pasar de unas manos a otras la máquina burocrático-militar, como venía sucediendo hasta ahora, sino demolerla..., y ésa es la condición previa de toda verdadera revolución popular en el continente", dice Marx en una carta a Kugelnlann, escrita en 1871.
La salvedad hecha por Marx respecto al continente ha servido de pretexto a los oportunistas y mencheviques de todos los países para gritar que Marx admitía la Posibilidad de transformación pacífica de la democracia burguesa en democracia proletaria, por lo menos en algunos países que no forman parte del continente europeo (Inglaterra, Norteamérica). Marx admitía, en efecto, esta posibilidad, y tenía fundamento para ello en el caso de Inglaterra y Norteamérica en la década del 70 del siglo pasado, cuando aún no existía el capitalismo monopolista, cuando no existía el imperialismo y estos países no tenían aún debido a las condiciones especiales en que se desenvolvieron, un militarismo y un burocratismo desarrollados. Así fue hasta la aparición del imperialismo desarrollado. Pero luego, treinta o cuarenta años más tarde, cuando la situación en estos países cambió radicalmente, cuando el Imperialismo se desarrolló, abarcando a todos los países capitalistas, sin excepción, cuando el militarismo y el burocratismo hicieron su aparición en Inglaterra y en Norteamérica, cuando desaparecieron las condiciones especiales del desarrollo pacífico de Inglaterra y de Norteamérica, debía desaparecer, por sí sola, la salvedad hecha con respecto a estos países.
Ahora, en 1917, en la época de la primera gran guerra imperialista -dice Lenin-, esta salvedad hecha por Marx pierde su razón de ser. Inglaterra y Norteamérica, los principales y los últimos representantes -en el mundo entero- de la "libertad" anglosajona en el sentido de ausencia de militarismo y de burocratismo, han rodado definitivamente al inmundo y sangriento pantano, común a toda Europa, de las instituciones burocrático-militares, que todo lo someten y todo lo aplastan. Ahora, en Inglaterra y en Norteamérica es "condición previa de toda verdadera revolución popular" demoler la "máquina estatal existente" (que ha sido llevada allí, en los años de 1914 a 1917, a la perfección "europea", a la perfección común a todos los países imperialistas) (v. t. XXI, pág. 395).
En otras palabras: la ley de la revolución violenta del proletariado, la ley de la destrucción de la máquina del Estado burgués, como condición previa de esta revolución, es una ley inexcusable del movimiento revolucionario en los países imperialistas del mundo.
Claro está que, en un porvenir lejano, si el proletariado triunfa en los países capitalistas más importantes y el actual cerco capitalista es sustituido por un cerco socialista, será perfectamente posible la trayectoria "pacífica" de desarrollo para algunos países capitalistas, donde los capitalistas debido a la "desfavorable" situación internacional, juzguen conveniente hacer "voluntariamente" al proletariado concesiones importantes. Pero esta hipótesis sólo se refiere a un porvenir lejano y probable. Para un porvenir cercano, esa hipótesis no tiene ningún fundamento, absolutamente ninguno.
Por eso Lenin tiene razón cuando dice:
La revolución proletaria es imposible sin la destrucción violenta de la máquina del Estado burgués y sin su sustitución por una máquina nueva (v. t. XXIII, pág. 342).
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