Thursday, July 20, 2006

España: España más allá del Corazón

España más allá del Corazón
Por H. Galván
Email: triunfaremos@gmail.com
18 de julio de 2006

Confieso que no soy adicto a emular los procesos ocurridos en las ex metrópolis por muy democráticos que sean o parezcan.

Es una posición fundamentalista que he adoptado, primero para ser coherente (aunque sea reciamente) con mi posición anticolonialista, y después, para no dar cabida, ni remota o minimamente, a la posibilidad del seguidísimo tradicional que tanto daño nos hizo y sigue haciendo.

Mirar hacia adentro, mirar hacia nosotros, trastocar la lógica que nos han impuesto, liberarnos de las vendas y herencias, redimirnos de los tenues lazos del colonialismo y neocolonialismo, es parte de la emancipación definitiva de Nuestra América. ¡Trabajo Pendiente!

Pero hoy romperé el maleficio, la juvenil y recalcitrante postura, el temor y el recelo para recordar a España, a las dos Españas de Machado, más a ese pueblo de niños y sonrisas que se lanzó, hace 70 inviernos, a defender su primavera.

Las calles se convirtieron en trincheras, las fábricas campamentos, los campos parieron ejércitos y las escuelas, además de enseñanza, daban libertad.

Primero fue el Frente Popular, y con él los sueños de una patria mejor para los yunteros, para las campesino/as, para los obrero/as, para los estudiantes, para todo/as. La libertad, los anhelos de décadas, el futuro mejor tenía nombre: La republica.

La República era el proyecto en que se consolidaban las esperanzas inmediatas del pueblo español, un pueblo empobrecido, un pueblo explotado, y que esta vez se levantaba.

Como la Constitución de 1963 para los dominicanos, la República Española sintetizaba el proyecto de patria, pero también tenía sus enemigos, dentro y fuera.

Las clases dominantes, la derecha retardataria, los fascistas de todo cuño, la jerarquía de la iglesia católica, los enemigos de siempre del pueblo, se levantaron contra la República. Los generales se revelaron, el ejército de África, miles de mercenarios marroquíes comandados por el Caudillo del Crimen, intentaron cruzar el estrecho.

Sanjurjo, Mola y Franco, el triunvirato del mal o de la muerte, comandan la sublevación del rencor contra el amor.

Comenzó la invasión, por el norte y por el sur, ciudades caían, las milicias resistían el peso de la metralla de los odios.

Hitler y Mussolinni empezaron a beber la sangre española junto a Franco, a convidarse juntos la carne y los huesos. Empezaron a musicalizar los gritos, a hacer estatuas de las piedras y las casas rotas. Le otorgaron villas y castillas, municiones, armas y mercenarios. Huestes italianas sitiaban y tomaban las ciudades. La Legión Cóndor hitleriana hizo llover fuego sobre Madrid, sobre Vizcaya. España entera se convirtió en Guernica.

Las bombas iban para la población civil, para bendecir con sangre a las familias en sus propias casas.

Son las mismas bombas que hoy caen en el Líbano y sobre Gaza, que ayer cayeron en Kabul y en Bagdad, y que mañana no se sabe donde caerán, lanzadas por los mismos criminales que las construyen para tirarlas sobre los hogares por petróleo, por oro o por poder.

Pero la resistencia fue heroica. Cada calle, cada piedra, cada árbol, cada río, se defendió como el último. La solidaridad internacional se derramó con las Brigadas Internacionales, que defendieron España como su propia tierra. La amaron más que defenderla. Se convirtieron en españoles por corto tiempo, muchos quizás para siempre.

Madrid, Barcelona, Bilbao, resistieron ante el pueblo el sueño de la libertad y la revolución. ¡No pasaran¡

La Pasionaria, Durruti, la vida comenzó a brotar. La gente se organizaba para resistir, para vencer.

La creatividad nunca florece tanto como cuando el pueblo defiende su destino. El arte, la cultura, en todas sus manifestaciones, coparon las miradas tempranas de una sociedad que se estaba liberando, y que estaba librando su batalla completa, que se sentía defendiendo principios, y que estaba determinada a vencer o morir.

Neruda, como tantos otros, fue marcado en lo profundo, cambió para siempre.

Pese a la heroica resistencia, y la solidaridad de los que aman y construyen, la República, el sueño, cayó ante los pies del invasor.

Los sublevados de la España Grande y Fuerte, comenzaron a entrar en las ciudades ya arrasadas. El afán, el ideal había terminado.

Desde entonces la bandera roja y amarilla flamea sobre la sangre no cuajada.

Desde entonces como un Balaguer en 1966 para la Dominicana, el Generalísimo impuso el terror, el silencio y el dolor.

Miles salieron a buscar nuevas patrias, miles murieron a manos de los vencedores.

Desde entonces contrarrevolución, retroceso.

Se vanagloriaron con destruir las casas y las flores que el pueblo había sembrado. Disfrutaron ver caer las esperanzas, ver chorrear la sangre de la victoria. La victoria de la fuerza sobre las ilusiones, del odio frente a la humanidad.

Vencieron pero no convencieron.

El dictador impuso su forma de país, su gobierno de muerte, y sobre las ruinas y los cadáveres de los adversarios, levantó un país o un paisaje.

Pero un país no se levanta sobre la victoria de la fuerza y del miedo; sobre las heridas no sanadas y sobre la imposición de los bombazos.

Un pueblo no se levanta sobre el olvido, y esconder la historia no es ser absuelto.

Hoy España parece bien, más no lo está. La segregación, la exclusión, la falta de pertenencia, el descontento social acumulado, que brota en las nuevas generaciones como savia de una vena arbórea rota, hizo parecer una payasada el lema del criminal Aznar, que rezaba “España Va Bien”.

La Monarquía, reducto rancio del pasado y herencia del Dictador, que se hizo sustituir ya en el lecho moribundo por Juan Carlos “el pelele”, no dará respuesta a las aspiraciones de aquel pueblo multicultural y heroico.

Estas setenta primaveras de la Guerra Civil, en momentos en que el mundo convulsiona y se estremece positivamente, sugiere repensar al pueblo español y su destino, sin otros recuerdos que recordar su epopeya sin parangón, emularla y empujar, para como dice aquella canción: “…nadie podrá impedir, de que mañana España sea libre, Republicana. España mañana, será Republicana, España, Mañana será Republicana, España, Mañana será Republicana.”

La heroicidad sin duda del pueblo de aquella tierra, esta más allá del corazón.



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