La lectura no es una acción, es una actitud. La lectura es una manera de estar y de actuar en el mundo. Leer es un verbo que encierra tantos verbos como seamos capaces de vivenciar simultáneamente: traducir, interpretar, sentir, significar, crear, buscar, descubrir, crecer, alimentar, responder, preguntar, reflexionar, llorar, reír, admirar, rechazar, viajar, volar, aterrizar.
Leer es un gesto, un guiño a la vida. Leer es aceptar como posible la incertidumbre. El buen lector es quien lee de manera permanente lo que lo rodea, no quien toma un libro unas horas al día o la semana. Ahora bien, quien lee el lenguaje escrito, ejercita su capacidad lectora del mundo y quien es un lector del mundo, es un maravilloso receptor de la palabra escrita.
Hemos afirmado en muchos momentos, en muchos lugares, que la lectura es placer. ¡Y sí que lo es! Sea literaria, técnica, informativa o meditativa. Porque la buena lectura nos articula con otro u otros desde la piel de la vida, desde el corazón de la mente, desde aquellos imaginarios que parten del laberinto de los recuerdos. Leer es permitir que la vida se inserte íntimamente en nosotros y nos haga cómplices de su latir.
Y esa intimidad, que puede ser una intimidad con un autor, con un personaje literario, con una circunstancia narrada o vivida, con un colectivo, con nuestro propio yo o directamente con Dios, es profundamente reconfortante y placentera, porque nos conecta no solo a la parte esencial de nosotros mismos, sino también a otras voces, a otros mundos.
La lectura, en cualquiera de sus soportes, puede ser un instrumento de libertad. Pero la libertad no es hacer lo que se nos antoja cuando se nos antoja, eso es egoísmo. La libertad tiene sus cimientos: el primero es tener opciones para elegir; el segundo es tener insumos y herramientas para hacerlo adecuadamente. No es libre un ave porque vuela, un pájaro si no vuela se muere, no tiene opción. La libertad se aprende, se aprende a elegir y sin lugar a dudas, la lectura es un buen maestro. Leer es como navegar en un océano de conocimiento para no seguir navegando en el pantano de la ignorancia. La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta. La lectura es además un camino en búsqueda de la sabiduría, un arma contra la ignorancia y un recurso a favor de aquellos que pretenden alcanzar la madurez.
“Hijo mío, si aceptas mis palabras y atesoras mis mandamientos dentro de ti, si prestas oído a la sabiduría e inclinas tu corazón al entendimiento, si invocas a la inteligencia y al entendimiento llamas a gritos, así como a la plata la buscas y la rebuscas como a tesoros escondidos, entonces entenderás el temor de Jehová y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca provienen el conocimiento y el entendimiento. El atesora eficiente sabiduría para los rectos; es el escudo de los que caminan en integridad. Preserva las sendas del juicio y guarda el camino de los piadosos. Entonces entenderás la justicia, el derecho y la equidad: todo buen camino.” Proverbios 2:1-9 Biblia de Estudio siglo XXI. R.V.A.
Jamás subestimemos el poder de la lectura, una buena lectura es una fuente de no solo de conocimiento, sino de sabiduría. Leer nos presenta los misterios que no conocemos y nos trasporta a lugares y vivencias que nunca experimentamos, pero que nos preparan para dar una buena defensa en tiempos de adversidad. No menospreciemos este maravilloso don y aprendamos a invertirlo en aquello que en verdad conviene y edifica el espíritu y alma humana. Que Dios te bendiga ricamente
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